Construmat apuesta por la industrialización y la sostenibilidad. El salón ha iniciado hoy su periplo de tres días en Barcelona, donde, además de los espacios expositivos de las empresas, se celebran múltiples actividades paralelas que incluyen no solo el Sustainable Building Congress, sino también talleres técnicos, presentaciones de proyectos innovadores y debates sectoriales.
Esta mañana en el Sustainable Building Congress, se ha puesto de relieve el papel clave de la industrialización en la construcción como vía para ganar eficiencia, reducir el impacto ambiental y facilitar entornos laborales más inclusivos.
La industrialización en la construcción es mucho más que prefabricar o ensamblar piezas. Según Montse Pujol Torrent, consejera delegada de Grup PMP y una de las ponentes que han participado en el congreso, industrializar significa “repensar completamente el proceso constructivo desde la fase de diseño, integrando todos los agentes implicados y buscando optimizar cada paso con criterios de sostenibilidad, control y eficiencia”.
Durante su intervención, Pujol recordó que en España solo el 1% de las viviendas se construyen actualmente mediante procesos industrializados. “Es un porcentaje bajísimo si lo comparamos con otros sectores como la automoción o incluso la fabricación de mobiliario, donde la industrialización es la base”, subrayó.
La sesión “Innovación y eficiencia en la vivienda social: la construcción industrializada como solución sostenible, controlada y rápida” ha evidenciado cómo este modelo puede transformar el acceso a la vivienda pública. Casos como el de IMHAB en Barcelona, con casi 400 viviendas en marcha mediante sistemas industrializados, o el proyecto de Nasuvinsa en Navarra, demuestran su viabilidad. Peris+Toral, por su parte, ha presentado Modulus Matrix 85, un ejemplo premiado por su calidad arquitectónica y modularidad.
Los beneficios de este enfoque son múltiples: reducción de residuos, mejora del control de calidad, disminución de plazos de ejecución y, sobre todo, la posibilidad de construir en entornos más seguros, controlados y tecnológicos.
Uno de los puntos destacados por Pujol es el potencial de la industrialización para incorporar más mujeres al sector. “Cuando se reduce la carga física, se abren oportunidades reales para que más mujeres se sientan cómodas trabajando en obra”, afirmó. “Ya no se trata solo de fuerza, sino de conocimiento técnico, trabajo colaborativo y manejo de herramientas digitales”.
En este nuevo paradigma, tareas tradicionalmente asociadas a condiciones duras y con altos niveles de riesgo se trasladan a fábricas o plantas especializadas. Allí, los procesos son más ergonómicos, repetibles y medibles. “He visto cómo jóvenes recién formadas en arquitectura técnica o diseño industrial encuentran su espacio en empresas que apuestan por este modelo”, añadió.
No obstante, advirtió que la transformación no es solo técnica, sino también cultural. “No basta con adoptar sistemas constructivos industrializados. Debemos acompañarlo de políticas activas de igualdad, formación específica y visibilización de referentes femeninos”.
La industrialización puede ser una palanca de cambio, pero necesita voluntad para que se traduzca en más equidad. En definitiva, la transición hacia una construcción más industrializada no solo redefine el sector desde el punto de vista técnico. También es una oportunidad para repensar quién construye y cómo se construye, y en ese nuevo escenario, la incorporación de más mujeres no solo es deseable: es imprescindible.