Contenidos
- Cataluña arrastra desde 2013 una producción muy inferior a la demanda real de vivienda, especialmente en el ámbito metropolitano, donde las necesidades superan con creces la oferta actual. A pesar del impulso normativo hacia un urbanismo sostenible, el modelo actual no ha logrado resolver el desequilibrio estructural.
- Un modelo urbanístico que no responde a la realidad demográfica
- El reto del urbanismo sostenible: renovar sin crecer, pero a gran escala
- Poca vivienda protegida, y la que se planea no se ejecuta
- Diagnóstico territorial: las cifras del déficit
- Los POUM de nueva generación no bastan
- Urbanismo y sostenibilidad: muchas leyes, pocos recursos
- Una llamada a la acción: densificación, planificación y liderazgo
Cataluña arrastra desde 2013 una producción muy inferior a la demanda real de vivienda, especialmente en el ámbito metropolitano, donde las necesidades superan con creces la oferta actual. A pesar del impulso normativo hacia un urbanismo sostenible, el modelo actual no ha logrado resolver el desequilibrio estructural.
El octavo policy brief de la Cátedra “Habitatge i Futur” de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y la Asociación de Promotores y Constructores de Edificios de Cataluña (APCE) pone sobre la mesa un diagnóstico riguroso sobre los grandes desafíos del urbanismo sostenible en Cataluña. El documento, firmado por los economistas Agustí Jover, Miquel Morell y Marc Gras, alerta de un déficit estructural en la producción de vivienda que amenaza con romper el equilibrio territorial y social, particularmente en el Área Metropolitana de Barcelona.

Un modelo urbanístico que no responde a la realidad demográfica
Cataluña ha experimentado en la última década un crecimiento poblacional constante, situándose entre las comunidades autónomas con mayor dinamismo demográfico. Sin embargo, este crecimiento no ha venido acompañado de un aumento equivalente en la oferta de vivienda. De hecho, la producción de nuevas viviendas se mantiene desde hace años muy por debajo del incremento neto de hogares, generando un desequilibrio crónico que se ha acentuado tras la crisis inmobiliaria de 2008.
La cifra es contundente: en el periodo 2013-2024, Cataluña ha producido una media de 9.094 viviendas nuevas al año, frente a las más de 42.000 anuales construidas entre 1991 y 2000. A escala estatal, el descenso es igualmente acusado: de más de 282.000 viviendas nuevas anuales se ha pasado a solo 72.000.
Este desfase no es casual ni coyuntural. Tal y como subrayan los autores del informe, se trata de una consecuencia directa de la falta de alineación entre la planificación urbanística, las capacidades reales del sector y la disponibilidad efectiva de suelo y recursos.
El reto del urbanismo sostenible: renovar sin crecer, pero a gran escala
El modelo de urbanismo sostenible promovido desde hace más de dos décadas —y recogido en la Llei d’Urbanisme de Catalunya (2002) y en las principales agendas internacionales— plantea un cambio de paradigma: pasar de la expansión territorial al aprovechamiento y regeneración del tejido urbano existente. Sin embargo, este objetivo choca con importantes limitaciones estructurales.
La renovación urbana se enfrenta a múltiples barreras: la fragmentación de la propiedad, la falta de liderazgo público, los altos costes económicos (hasta 1,83 veces superiores a los de nueva construcción en suelos no urbanos) y la escasa motivación de los propietarios para sumarse a proyectos colectivos. La mayoría de operaciones siguen dependiendo de la iniciativa privada y carecen de un marco claro de ayudas o incentivos públicos.
Poca vivienda protegida, y la que se planea no se ejecuta
Aunque la legislación ha impulsado un aumento de las reservas de suelo para vivienda protegida (HPO), la realidad es que la producción de este tipo de vivienda ha caído drásticamente. En Cataluña, se ha pasado de construir más de 5.200 viviendas protegidas anuales a apenas 1.061 desde 2013. Esta situación se agrava con la retirada progresiva de la subsidiación estatal, que ha dejado a la Generalitat con un esfuerzo presupuestario residual del 0,07% entre 2014 y 2024.
El Plan Estatal de Vivienda 2026-2030 prevé medidas para blindar el parque de vivienda protegida, mejorar la financiación y reforzar la digitalización de la gestión, pero su éxito dependerá del compromiso presupuestario real. En paralelo, el Govern de Catalunya ha anunciado la promoción de 50.000 nuevas HPO y 210.000 viviendas totales en cinco años, aunque los autores del policy brief advierten que estas cifras deben ir acompañadas de instrumentos jurídicos y financieros eficaces para convertirse en realidad.

Diagnóstico territorial: las cifras del déficit
El documento analiza en profundidad la distribución geográfica del déficit habitacional. El Plan Territorial Sectorial d’Habitatge (PTSH) estima que en los próximos 15 años Cataluña necesitará 375.700 nuevas viviendas (unas 25.000 al año), concentradas principalmente en el Área Metropolitana de Barcelona (63%). Sin embargo, la producción real de vivienda no llega ni al 60% de este objetivo, lo que genera un déficit acumulado de al menos 10.000 unidades anuales.
Cataluña ocupa una de las últimas posiciones entre las comunidades autónomas en términos de vivienda producida por habitante. Con solo 1,02 viviendas libres nuevas y 0,16 viviendas protegidas por cada 1.000 habitantes, la presión sobre el mercado se ha intensificado, especialmente en las grandes ciudades. La oferta insuficiente ha contribuido al aumento de precios y a una creciente exclusión residencial de sectores vulnerables y clases medias jóvenes.
Los POUM de nueva generación no bastan
Uno de los apartados más relevantes del policy brief es el análisis de nueve Planes de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) de nueva generación, aprobados entre 2009 y 2023. A pesar de prever un potencial de 43.585 nuevas viviendas, su desarrollo está siendo muy desigual, con grandes diferencias entre municipios y escasa participación del sector público (solo el 18% de los ámbitos previstos).
Aunque la mayoría del crecimiento se concentra en suelo urbano ya existente —en línea con los principios de sostenibilidad— la falta de iniciativa pública y la dependencia casi exclusiva del mercado frenan su ejecución. En el Área Metropolitana de Barcelona, el Pla Director Urbanístic Metropolità (PDUM) prevé que el 73% del crecimiento provenga de renovación urbana, pero no se han activado los mecanismos necesarios para abordar procesos de densificación urbana ni se ha abierto un debate claro sobre su viabilidad política y social.
Urbanismo y sostenibilidad: muchas leyes, pocos recursos
La evolución normativa ha sido intensa. La legislación autonómica ha incorporado criterios ambientales, sociales y económicos de sostenibilidad en sus planes urbanísticos. Sin embargo, los recursos disponibles para implementar estas políticas son claramente insuficientes.
Las conclusiones del informe son claras: la sostenibilidad requiere inversión, liderazgo y colaboración público-privada. Sin músculo financiero ni coordinación interadministrativa, la transformación urbana no podrá hacerse realidad. La mayoría de los ámbitos de renovación urbana en Cataluña no cuentan con planes de ayudas ni subvenciones, lo que obliga a operar en condiciones de mercado y desalienta la participación del sector privado en iniciativas de interés colectivo.
Una llamada a la acción: densificación, planificación y liderazgo
Para los autores del policy brief, revertir el actual déficit de vivienda y avanzar hacia un urbanismo realmente sostenible exige una triple transformación:
- Un nuevo enfoque de planificación territorial, con instrumentos adaptados al contexto metropolitano y realistas en cuanto a costes, plazos y recursos.
- Procesos de densificación valientes y ordenados, que permitan crecer dentro del tejido existente sin comprometer la calidad de vida.
- Una implicación decidida de las administraciones públicas, con compromiso financiero, seguridad jurídica y capacidad de liderazgo frente a los desafíos de la vivienda.
La colaboración público-privada, el acceso al suelo y el uso inteligente de los datos deben ser los pilares de esta nueva etapa. Solo así será posible garantizar el derecho a una vivienda digna, revertir la exclusión residencial y avanzar hacia una verdadera sostenibilidad económica, ambiental y social en las ciudades catalanas del futuro.














