La estrategia de BIMSA incorpora cláusulas de sostenibilidad y criterios de innovación tecnológica en todos sus concursos, priorizando indicadores de impacto verificables y modelos de colaboración público-privada
En su intervención durante Construction2Future 2025, Ricard Font, director general de Barcelona Infraestructures Municipals (BIMSA), detalló cómo la inversión pública puede convertirse en una palanca real de transformación hacia modelos urbanos más sostenibles, eficientes e innovadores. Su ponencia se centró en la evolución de los procesos de licitación, incorporando desde el inicio criterios ambientales, sociales y tecnológicos como ejes estructurales de las obras promovidas por el Ayuntamiento de Barcelona.
Font explicó que desde BIMSA se ha impulsado una reformulación integral de los pliegos de contratación, orientada a exigir soluciones basadas en datos y resultados medibles. “La sostenibilidad no puede depender del relato de las empresas. Tiene que sustentarse en indicadores contrastables, que nos permitan saber qué impacto tiene cada euro invertido en términos energéticos, sociales y funcionales”, afirmó.
Una de las novedades más destacadas de esta estrategia es la integración sistemática de criterios BIM (modelado digital de la información) como requisito técnico en los concursos. Esto permite un control más preciso del ciclo de vida del proyecto, desde el diseño hasta la gestión del mantenimiento, y facilita la trazabilidad de las decisiones constructivas. En 2024, más del 70% de las licitaciones ya incorporaron esta exigencia, lo que sitúa a Barcelona como referente europeo en contratación digital avanzada.
La ponencia de Font evidenció cómo la administración pública puede liderar la transformación del sector no solo con inversiones, sino con reglas claras y tecnológicamente exigentes. Citó como ejemplo las licitaciones de los nuevos equipamientos de barrio, que incorporan métricas de consumo energético, huella de carbono y creación de empleo local como elementos de adjudicación, no solo como anexos informativos.
Font subrayó también el papel clave de la interoperabilidad: los modelos digitales generados por las constructoras deben entregarse en formatos abiertos y actualizables, de modo que el Ayuntamiento pueda integrarlos en su sistema de gestión patrimonial. Esta política de datos abiertos no solo mejora la transparencia, sino que permite auditorías técnicas internas y externas con base en evidencia empírica.
Además de la sostenibilidad ambiental, Font hizo hincapié en el valor social de las obras. Citó casos en los que las cláusulas de innovación social han permitido priorizar soluciones que mejoran la accesibilidad, reducen el impacto acústico o generan espacios para usos comunitarios en barrios vulnerables. “Cada euro público debe generar valor técnico, pero también cohesión y oportunidad”, remarcó.
La intervención concluyó con una apuesta decidida por la colaboración entre administración, empresas y universidades para consolidar un ecosistema público-privado que comparta conocimiento, genere estándares y escale soluciones innovadoras. Una ponencia que demostró que la obra pública, cuando se diseña con criterio técnico y visión de ciudad, puede ser el motor de una transformación urbana inteligente y socialmente justa.
