Contenidos
- 1 “La clave no está en industrializar por industrializar, sino en con qué materiales y bajo qué criterios se hace. Necesitamos una cultura técnica compartida que ponga en el centro la reducción del carbono incorporado.”
- 1.1 Tu trayectoria vincula arquitectura y acción climática. ¿Cómo nace el proyecto DESCARBONIZA y qué papel juega frente al impacto ambiental de los materiales en construcción?
- 1.2 Desde Umbral Arquitectura promovéis proyectos de bajo impacto ambiental. ¿Cómo se materializa esto en las decisiones proyectuales y en la selección de sistemas y materiales?
- 1.3 ¿Crees que el sector está preparado para una transición real hacia la descarbonización total? ¿Qué obstáculos principales detectas?
- 1.4 La industrialización es un eje en auge. ¿Es compatible con el objetivo de reducir el carbono incorporado? ¿Qué experiencias tenéis en este campo?
- 1.5 ¿Qué métricas o metodologías utilizáis en DESCARBONIZA para medir el impacto ambiental de los proyectos y materiales?
- 1.6 ¿Qué papel pueden jugar las bases de datos de ACV (Análisis de Ciclo de Vida) y las DAP (Declaraciones Ambientales de Producto) en el cambio del sector?
- 1.7 La normativa europea avanza con propuestas como el “Level(s)” o los requisitos de descarbonización en la taxonomía. ¿Estamos en España alineados con ese marco?
- 1.8 En tu opinión, ¿cómo deben actuar los arquitectos ante la emergencia climática? ¿Qué papel juegan frente a la elección de materiales y sistemas constructivos?
- 1.9 ¿Puedes compartirnos algún proyecto reciente o en desarrollo que sirva como ejemplo de arquitectura regenerativa o de baja huella?
“La clave no está en industrializar por industrializar, sino en con qué materiales y bajo qué criterios se hace. Necesitamos una cultura técnica compartida que ponga en el centro la reducción del carbono incorporado.”

Entrevista a Jesús Morán Morán Cofundador de Umbral Arquitectura y Fundador de DESCARBONIZA
Tu trayectoria vincula arquitectura y acción climática. ¿Cómo nace el proyecto DESCARBONIZA y qué papel juega frente al impacto ambiental de los materiales en construcción?
Hace trece años, sentado en una clase de Via de University College de Horsens (Dinamarca), escuché por primera vez que la mitad de las emisiones de un edificio suceden antes de abrir la puerta al primer inquilino. Aquel Erasmus me cambió la vida: eficiencia energética sin mirar el carbono incorporado era tapar solo media fuga.
Más tarde, tras terminar mi estancia, me matriculé en el Máster de Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática (MAYAB) de la UPM, donde aprendí muchas cosas, entre ellas, a simular un edificio y calcular que temperatura operativa tendría cada hora de todo un año.
Luego me toparía con La Fábrika detodalavida (LFDTV), en Los Santos de Maimona. Un colectivo que ocupó una antigua cementera abandonada para convertirla en un espacio cultural, autogestionado y colaborativo. Allí, pasé varios años implicado en la recuperación de la nave principal y el diseño de espacios abiertos a la comunidad. La intervención no solo fue arquitectónica, sino social y también ecológica. Apostamos por reutilizar. Mucho. De alguna manera este proyecto demostró que la regeneración va mucho más allá del diseño técnico. Estaba más ligada a la participación, al arraigo y la cultura.
Unos años más tarde ese enfoque y la práctica del colectivo fue reconocido a nivel europeo con el New European Bauhaus Prize 2021 en la categoría “Espacios habitables y colaborativos”. Fue una confirmación de que una arquitectura colectiva puede (y debe) nacer también desde abajo, con procesos abiertos y horizontales.
Con ese bagaje fundé, junto a Daniel Torrego el estudio UMBRAL Arquitectura, con sede en Almendralejo y Cuevas del Valle. Fuimos trabajando desde una mirada integrada: arquitectura bioclimática, uso de materiales naturales y regeneración del entorno. Cada proyecto era (y es) una investigación, y la técnica no se separa del territorio ni de las personas que lo conforman.
Gracias al programa INVESTIGO —cofinanciado por la Unión Europea— pudimos desarrollar una línea específica de trabajo sobre el impacto de los materiales en los procesos constructivos. El proyecto nos permitió sistematizar datos sobre la huella de carbono de soluciones ecológicas. Nos interesaba mucho el medio rural. Generamos un catálogo digital de materiales, establecimos vínculos con la Universidad de Extremadura y la investigación fue clave para definir el enfoque de lo que vendría después.
Defino DESCARBONIZA como un puente entre el diseño y la ingeniería climática: la intención es calcular el impacto de cada una de las decisiones, construir escenarios de reducción. Abrimos conversaciones basadas en datos y acompañamos para que el impacto ambiental se gestione como lo hacemos con los presupuestos y la seguridad de una obra.
Desde Umbral Arquitectura promovéis proyectos de bajo impacto ambiental. ¿Cómo se materializa esto en las decisiones proyectuales y en la selección de sistemas y materiales?
Desde el inicio tratamos de valorar cada decisión como un pivote que nos permita reducir el impacto. Considero que trabajamos como una forma de mirar. Nos preguntamos: ¿qué nos puede aportar el lugar? ¿Qué nos pide el clima? ¿Qué materiales tenemos cerca? ¿Sobre qué tradiciones podemos innovar?
Nuestra forma de proyectar nace del análisis profundo del entorno. Nos implicamos, recorremos el terreno, hablamos con la gente, estudiamos la topografía, el viento, la sombra, el agua. Elaboramos un análisis bioclimático que nos sirve de brújula para todo el proceso. Usamos softwares de simulación energética para optimizar forma, orientación, aperturas y masa térmica. Y con todo esto, logramos que la casa se caliente lo máximo posible en invierno (pasivamente) y se refresque en verano. Todo, antes de pensar en máquinas.
Cuando entramos en materia, priorizamos materiales con Declaración Ambiental de Producto (DAP), km 0 y que sea saludable. Trabajamos habitualmente con madera, aislamientos de origen vegetal, morteros de cal y arcilla. Si no hay DAP, bueno, nos adaptamos. La intuición todavía juega un rol importante.
El proceso no es tan técnico como parece. Por supuesto, escuchamos al cliente. Tiene tanto que decir. Debatimos lo que hay detrás de cada elección: cómo afecta al aire interior, al mantenimiento, a la vida útil. Es como una alfabetización bioclimática compartida. No se trata de imponer, es más bien acompañar: explicar por qué un acabado de arcilla puede ser más interesante que un pladur, o por qué una fachada ventilada de corcho es mejor opción que una cerámica industrial.
Finalmente, elaboramos un espacio más simple, eficiente y sobre todo, vivo. También son bellos porque responden al lugar y al tiempo en que se construyen.
¿Crees que el sector está preparado para una transición real hacia la descarbonización total? ¿Qué obstáculos principales detectas?
Para nada. Ni el sector ni los promotores (públicos o privados) que se unen a él. En primer lugar, considero que hay una profunda desconexión entre agentes: proyectistas, constructoras y fabricantes no comparten objetivos.
Por supuesto, la universidad está obsoleta, un sin sentido. La mirada es corta y con un ángulo reducido. La normativa, muchas veces, limita absurdamente y genera conflicto. No sirve de sustrato para prácticas más favorables (en todos los sentidos).
Hay avances, sí. Pero mientras no rememos todos en la misma dirección, no podremos hablar de transición real. Necesitamos más valentía institucional y más cultura técnica compartida.
La industrialización es un eje en auge. ¿Es compatible con el objetivo de reducir el carbono incorporado? ¿Qué experiencias tenéis en este campo?
Totalmente. No solo es compatible, sino que es imprescindible. La descarbonización necesita procesos más eficientes, controlados y escalables, y eso pasa por industrializar con materiales de bajo impacto. La clave no está en la industrialización en sí, sino en los materiales usamos y bajo qué criterios se fabrican.
Hace años que trabajo con soluciones industrializadas y prefabricadas basadas en madera, paja… En uno de nuestros primeros proyectos fabricábamos (nosotros, los técnicos) los módulos de paja. Hoy colaboramos con empresas que producen sistemas industrializados con mínimo impacto y los resultados son increíbles. Rapidez, precisión, menos residuos, calidad, control, seguridad y salud en obra…
¿Qué métricas o metodologías utilizáis en DESCARBONIZA para medir el impacto ambiental de los proyectos y materiales?
Trabajamos con metodologías basadas en normativa europea: la EN 15978 para edificios y la EN 15804 para productos. Nos centramos principalmente en el indicador de huella de carbono incorporado, que medimos en kg de CO₂ equivalente (kgCO₂e/), desde la extracción de materias primas hasta justo antes de salir de la fábrica (módulos A1–A3). Cuando el proyecto o el material nos lo permite, extendemos el análisis hasta el A5.
Utilizamos la información que extraemos de las DAP (Declaraciones Ambientales de Producto), criterios de proximidad y contenido reciclado.
¿Qué papel pueden jugar las bases de datos de ACV (Análisis de Ciclo de Vida) y las DAP (Declaraciones Ambientales de Producto) en el cambio del sector?
Creo que son clave. Con las DAP ganamos objetividad. Nos permiten comparar materiales más allá de etiquetas verdes o argumentos comerciales. Y las bases de datos, como INIES y en más adelante DESCARBONIZA son la infraestructura que necesitamos para tomar decisiones basadas en datos.
Sin esta información, no hay mapa. Se trata de hablar el mismo idioma y de poder justificar las elecciones.
Si se empezará a exigir DAP en pliegos y proyectos, a los fabricantes no les quedaría otra que ponerse las pilas. Y aceleraría el cambio.
La normativa europea avanza con propuestas como el “Level(s)” o los requisitos de descarbonización en la taxonomía. ¿Estamos en España alineados con ese marco?
Muy, muy lejos del ritmo europeo. En países como Francia, los límites de carbono por m² ya son obligatorios. En España, seguimos en fase voluntaria.
Parece que algunas comunidades autónomas están incorporando criterios de ACV en obra pública, y se escucha que el CTE prepara cambios normativos, pero la realidad generalizada va despacio, a un ritmo extremadamente preocupante.
Además de un marco normativo claro, con indicadores obligatorios y herramientas accesibles. Falta intención.
En tu opinión, ¿cómo deben actuar los arquitectos ante la emergencia climática? ¿Qué papel juegan frente a la elección de materiales y sistemas constructivos?
Deciden en, gran parte, qué entra y qué no entra en un edificio.
Pero se proyecta como como si nada pasara. Habría que medir, cuestionar, comparar. Elegir materiales que aporten. Y fundamenta, asumir que en la mayoría de los casos “menos” es mejor: menos metros, menos capas, menos complejidad.
El arquitecto no puede saberlo todo, solo tiene que tener el criterio para preguntar y la valentía de proponer.
¿Puedes compartirnos algún proyecto reciente o en desarrollo que sirva como ejemplo de arquitectura regenerativa o de baja huella?
La Casa del Olivar.
Una vivienda en el norte de Cáceres con estructura de entramado ligero de madera, aislamiento de fibra de madera, fachada ventilada y trasdosados con algodón reciclado. Toda la estructura se ha prefabricado en taller y ha sido montada en 5 días.
El proyecto incorpora una estrategia pasiva integral: buena orientación, protección solar, ventilación cruzada y masa térmica puntual en puntos clave.
Y el resultado es una casa que apenas necesita climatización. Recuerden, estamos en Extremadura.
Nuestros clientes participan activamente en cada decisión. Considero que esto es clave. Con ellos y para ellos.
Si tuvieras que lanzar un mensaje al ecosistema constructor, ¿cuál sería la prioridad para reducir la huella ambiental en los próximos cinco años?
Medir. Medirlo todo. Porque lo que no se mide, no se mejora.
Plantear los proyectos con un límite de carbono incorporado, igual que hacemos con el presupuesto. No considero que sea ni utópico, ni complejo. Repito, se trata de intención.
Es fundamental alinear a todos los actores en torno a ese concepto porque la buena noticia es que las soluciones ya existen. Solo falta asumir que construir bien es la única opción.

