La interrelación entre el entorno construido y la salud centró el arranque del Congreso organizado por la Agrupación de Arquitectura y Sostenibilidad del COAC (AUS) y la Asociación GEA, con ponencias que abordan los impactos físicos, químicos y psicosociales del espacio en la salud pública.
La octava edición del Congreso de Arquitectura y Salud, celebrada el 12 de mayo en la sede del COAC en Barcelona se consolidó como un punto de inflexión al promover un enfoque transversal e interdisciplinar que sitúa la salud como eje central del diseño urbano y arquitectónico. En la apertura institucional, Guillem Costa, decano del COAC, y Marta Villanueva, regidora de Salud del Ayuntamiento de Barcelona, destacaron el impacto estructural del urbanismo en la salud pública y la necesidad de incorporar criterios de equidad, bienestar y sostenibilidad. El comité organizador, integrado por Elisabet Silvestre, Sonia Hernández Montaño y Toni Solanas, presentó un programa que amplió la mirada más allá del sector arquitectónico, trazando, a través de las intervenciones de arquitectos, científicos y expertos en salud ambiental, una hoja de ruta hacia una arquitectura capaz de generar bienestar y resiliencia desde sus fases iniciales.

Pero empecemos por el principio ¿Qué es el exposoma? Es un concepto científico que hace referencia al conjunto total de exposiciones a las que una persona está sometida a lo largo de su vida, desde antes de nacer hasta su muerte, y cómo estas exposiciones afectan a su salud. Estas exposiciones no se limitan a sustancias químicas, sino que abarcan:
- Exposoma químico: contaminantes del aire, materiales de construcción, pesticidas, aditivos, etc.
- Exposoma físico: temperatura, humedad, radiaciones, ruido, calidad del aire interior, etc.
- Exposoma biológico: bacterias, virus, microbiota, etc.
- y el Exposoma psicosocial: estrés, entorno social, desigualdades, estilo de vida, etc. El exposoma se plantea como un complemento al genoma: así como los genes explican parte de la salud y la enfermedad, el exposoma aporta la otra gran mitad explicativa, especialmente en enfermedades crónicas, alergias, problemas respiratorios y de salud mental. En arquitectura y urbanismo, el concepto permite diseñar espacios más saludables basándose en evidencias científicas sobre el entorno y su impacto en las personas.
Mesa 1: Hacia un cambio de paradigma
La primera mesa del Congreso abordó los desafíos urgentes que plantea el cambio climático y la necesidad de repensar la arquitectura desde una perspectiva de salud integral. Moderada por Cynthia Echave, arquitecta y experta en urbanismo ecosistémico, la sesión reunió a tres ponentes con trayectorias complementarias que propusieron una reflexión crítica sobre el impacto del entorno construido en la salud humana.
La arquitectura frente a los límites planetarios. Juan Bordera, guionista, periodista y diputado en Les Corts Valencianes, inició la mesa con una intervención contundente sobre la gravedad de la crisis climática. Apoyándose en informes del IPCC y del Foro de Davos, advirtió que “vivimos el siglo de la arquitectura sostenible porque también es el siglo de los límites”. A través de gráficos y referencias científicas, expuso que el aumento de temperaturas marinas, la pérdida de hielo en los polos y los eventos climáticos extremos obligan a repensar infraestructuras diseñadas para un clima que ya no existe. “Necesitamos adaptar nuestras ciudades a un contexto de estrés hídrico, fenómenos extremos y desequilibrios ecosistémicos crecientes”, subrayó.
Aire interior y salud invisible. A continuación, Dra. Sofya Pozdniakova, investigadora en aerobiología y fundadora del AIRLAB en ISGlobal, se centró en la calidad del aire interior. Recordó que el 80% del tiempo lo pasamos en espacios cerrados, y que estos pueden estar saturados de compuestos volátiles, microorganismos y partículas nocivas que afectan directamente al sistema respiratorio e inmunológico. Reclamó que la normativa contemple indicadores específicos y actualizados sobre exposición, especialmente en centros escolares y sanitarios, y defendió la importancia de ventilar, medir y rediseñar los espacios para proteger a las personas más vulnerables: niños, embarazadas y enfermos crónicos.
Arquitectura como activo de salud. Cerró la mesa el doctor arquitecto Santiago Quesada, director del grupo de investigación Healthy Architecture & City de la Universidad de Sevilla. En su intervención, defendió el rol de la arquitectura como generadora de activos de salud, subrayando que “el diseño arquitectónico puede ser un factor protector o un factor de riesgo”. Invitó a abandonar la visión fragmentada y a adoptar un enfoque holístico que considere no solo materiales y eficiencia, sino también confort, relaciones sociales y bienestar emocional. Subrayó la importancia de establecer puentes entre la investigación científica, la práctica arquitectónica y las políticas públicas.
La mesa concluyó con una breve discusión moderada por Cynthia Echave, quien enfatizó la necesidad de crear un nuevo lenguaje común entre disciplinas y de evitar que términos como sostenibilidad o salud se banalicen. “Estamos en un momento bisagra, donde los cambios normativos empiezan a validar décadas de trabajo, pero aún falta concreción y coherencia en la implementación”, remarcó.

Mesa 2: Los materiales como contribución al exposoma químico
La segunda mesa del Congreso, moderada por Pablo Gago Ferrero, investigador del CSIC y editor en Environmental Science & Technology, puso el foco en una cuestión crítica pero a menudo invisibilizada: cómo los materiales empleados en arquitectura y construcción influyen en nuestra salud a través del exposoma químico, es decir, la suma de exposiciones a sustancias químicas a lo largo de la vida.
Materiales y exposición química. Robert Thomson, director científico de Materfad, abrió el bloque subrayando que muchos materiales de construcción —incluidos los considerados innovadores— pueden liberar sustancias que afectan al sistema hormonal, respiratorio o inmunológico. Explicó que materiales comunes en interiores, como barnices, pinturas, textiles técnicos o adhesivos, contienen compuestos volátiles y retardantes que se acumulan en espacios cerrados. «No basta con evaluar el impacto ambiental del ciclo de vida de un material, hay que considerar su comportamiento químico en el uso real», señaló, apelando a integrar criterios de salubridad en los sistemas de certificación.
El riesgo oculto de los retardantes de llama. Laia Haurie, profesora de la UPC y directora del Laboratorio del Foc, alertó sobre la presencia generalizada de retardantes de llama bromados y clorados en mobiliario, revestimientos y aislamientos. “Estos compuestos se diseñan para no degradarse, y eso los convierte en persistentes, bioacumulativos y peligrosos para la salud humana”, afirmó. En su intervención propuso alternativas técnicas más seguras y abogó por una transición normativa que priorice los materiales libres de sustancias tóxicas, aunque reconoció que aún existe un desfase entre los avances científicos y la regulación vigente.
Micro y nanoplásticos en el entorno construido. Cerró la mesa la doctora Alba Hernández Bonilla, directora del Departamento de Genética y Microbiología de la UAB, quien presentó datos recientes sobre la presencia de micro y nanoplásticos en edificios y espacios urbanos. Su investigación revela que estos fragmentos no solo se generan durante la producción o demolición, sino que se liberan durante el uso habitual de materiales plásticos. “Están en el aire, el polvo, el agua potable y en el cuerpo humano”, advirtió. Subrayó los riesgos para la salud por su capacidad de atravesar barreras biológicas y generar inflamación celular, especialmente en personas vulnerables.
La mesa concluyó con una reflexión colectiva sobre la urgencia de repensar los materiales no solo desde la eficiencia o la estética, sino desde su impacto químico en la salud pública. Pablo Gago Ferrero cerró la sesión recordando que el reto no es solo técnico, sino político y cultural: “Los materiales que elegimos hoy son determinantes silenciosos de la salud del mañana”.

Mesa tres: Exposoma físico y ambiental. Del bioclimatismo a la sensibilidad ambiental
La tercera mesa del Congreso se centró en las implicaciones del exposoma físico en la salud, a través de tres ponencias complementarias que abordaron desde estrategias de descarbonización hasta enfermedades relacionadas con edificios insalubres, culminando en una mesa redonda moderada por Milena Ràfols.
El bioclimatismo como estrategia de descarbonización. Fabian López, doctor arquitecto y profesor en la ETSAV-UPC, subrayó la necesidad de incorporar estrategias bioclimáticas al diseño arquitectónico como herramienta fundamental frente a la emergencia climática. En su intervención, vinculó estas estrategias con la lucha contra la pobreza energética, destacando su papel en la creación de edificios saludables y eficientes.
Efectos biológicos de la exposición a campos electromagnéticos. Isabel López de Mingo, doctora en ingeniería biomédica por la UPM, presentó los últimos estudios sobre cómo la exposición continuada a campos electromagnéticos puede alterar la codificación celular. Su intervención alertó sobre los riesgos para la salud derivados de una creciente saturación tecnológica en entornos urbanos y domésticos.
Relación entre el síndrome del edificio enfermo y las síndromes de sensibilización central. El doctor Jose Alegre Martín, internista y profesor universitario, considerado una referencia internacional en el estudio de la Síndrome de Fatiga Crónica, expuso cómo determinados entornos construidos pueden actuar como desencadenantes de patologías como la sensibilidad química múltiple o la fibromialgia, encuadradas dentro de las síndromes de sensibilización central.
Conclusiones. La mesa puso de relieve que el entorno físico no es neutro, sino que influye profundamente en la salud y el bienestar. Se abogó por una arquitectura consciente del impacto ambiental y corporal de sus materiales, tecnologías y condiciones de habitabilidad. Las intervenciones coincidieron en la urgencia de integrar criterios de salud ambiental desde el diseño inicial de los espacios.

Mesa 4: Ciudades más humanas, resilientes y saludables: el abordaje del exposoma psicosocial
La última mesa del VIII Congrés d’Arquitectura i Salut reunió a tres voces referentes para reflexionar sobre cómo hacer de nuestras ciudades espacios verdaderamente saludables, desde un enfoque holístico, ecológico y social. Moderada por Benedetta Rodeghiero, la sesión exploró la necesidad de transformar nuestras relaciones con el entorno, con las otras personas y con nosotras mismas.
Decrecimiento y arquitectura desde el ecofeminismo. La arquitecta, diseñadora y educadora Rocío Cota planteó una mirada radical y regenerativa sobre el decrecimiento aplicado a la arquitectura. Su intervención partió de la necesidad de redefinir nuestras relaciones con la naturaleza, superando el paradigma extractivista, y reivindicó un urbanismo de la suficiencia, descentralizado y arraigado en comunidades autónomas. Cota destacó experiencias pioneras como la arquitectura de permanencia de Patrick Bouchain, el enfoque de “hacer menos para lograr más” del colectivo Nundo, o las propuestas del colectivo Rotor y su apuesta por la reutilización de materiales. Frente a la arquitectura del exceso, defendió una práctica lenta, cooperativa y comprometida con la justicia ecosocial.
Biodiversidad urbana y biofilia regenerativa. La urbanista y paisajista Miriam García introdujo el concepto de biofilia como eje para repensar el modelo urbano desde la ecodependencia y la urgencia planetaria. A partir de los límites planetarios identificados por el Stockholm Resilience Centre, García advirtió que la mera reducción del impacto ya no es suficiente: es necesario regenerar. Su propuesta situó la naturaleza en el centro del diseño urbano mediante infraestructuras verdes y azules, medidas basadas en la naturaleza y un urbanismo que reconozca los servicios ecosistémicos como infraestructura vital. Reivindicó el urbanismo de proximidad, la adaptación climática, la economía circular y la cogestión vecinal como claves para una ciudad que no solo sea habitable, sino que regenere la vida.
Arquitectura social y cooperación comunitaria. La arquitecta social y activista Itziar González apostó por una práctica urbana centrada en los vínculos, entendiendo la salud como un lugar de relación. Denunció las resistencias estructurales que dificultan el trabajo desde la proximidad, como el marco legal desconectado de la vida cotidiana o la desigualdad entre disciplinas. Reivindicó una arquitectura humilde, capaz de poner en valor lo común, lo colectivo y lo cooperativo. Desde su experiencia en procesos participativos en Ciutat Vella, Las Ramblas o el núcleo histórico de Olot, González mostró que la salud relacional y comunitaria es inseparable de la práctica arquitectónica, siempre que se coloque al servicio del cuidado, del vínculo y de la transformación social desde abajo.

EINA: Espais Interiors Saludables
Tras la mesa, se presentó la actualización de la herramienta EINA de la Oficina Consultora Tècnica del COAC, a cargo de Sònia Hernández Montaño. Esta herramienta, concebida para evaluar y fomentar la salud en espacios interiores, incorpora ahora nuevos indicadores que permiten valorar aspectos como la calidad ambiental, la accesibilidad o el bienestar emocional en viviendas, oficinas y equipamientos. La actualización responde al compromiso del COAC por ofrecer a los profesionales herramientas prácticas que integren la salud en el diseño arquitectónico.
Conclusiones del congreso
La clausura del VIII Congrés d’Arquitectura i Salut estuvo a cargo del comité organizador. Se subrayó la necesidad de un cambio sistémico en la arquitectura y el urbanismo, centrado en la vida y en el cuidado, frente a los desafíos ecosociales actuales. Se valoró muy positivamente la pluralidad de voces presentes en el congreso y la calidad de las propuestas, que mostraron que es posible un nuevo paradigma basado en la sostenibilidad, la salud y la justicia social.
Cierre
Toni Escudé, vicepresidente de la Agrupació AUS, y Sandra Bestraten, presidenta de la Demarcació de Barcelona del COAC, cerraron el acto agradeciendo la participación y reiterando el compromiso institucional con una arquitectura centrada en las personas, en el planeta y en el futuro. Invitaron a todas las personas asistentes a seguir trabajando en red para transformar la arquitectura en una herramienta de regeneración colectiva.