La monitorización avanzada con sensores multiparamétricos permite cuantificar la velocidad de corrosión en tiempo real, estimar la pérdida de sección en armaduras y proyectar cuándo aparecerán fisuras críticas en estructuras como puentes, depósitos o piscinas.
Con un enfoque técnico y riguroso, el Dr. Javier Sánchez, científico titular del CSIC y fundador de MONITORIZA, desgranó en Construction2Future 2025 el funcionamiento y las aplicaciones de su sistema de sensorización estructural. Lejos de una charla divulgativa, Sánchez desplegó una batería de casos prácticos y datos que sustentan una tesis clara: monitorizar la corrosión ya no es una opción, sino una obligación si se quiere prolongar la vida útil de las infraestructuras.
La tecnología desarrollada por MONITORIZA, basada en sensores multiparamétricos capaces de medir velocidad de corrosión, potencial electroquímico, resistividad del hormigón y humedad relativa, ofrece información continua y precisa sobre el estado real de las estructuras de hormigón armado. Esto permite establecer predicciones a largo plazo, identificar zonas de riesgo antes de que aparezcan síntomas visibles como fisuras o pérdidas de recubrimiento, y planificar el mantenimiento con décadas de antelación.
Uno de los casos presentados fue el de una viga de cinco metros instrumentada con sensores en zonas expuestas y protegidas. Los datos muestran cómo la presencia de cloruros acelera la corrosión de manera exponencial, correlacionando este fenómeno con la humedad ambiental y las precipitaciones locales. En otro ejemplo, un tendón de una infraestructura ferroviaria mostró una variación de dos órdenes de magnitud en velocidad de corrosión tras la inyección de agua, evidenciando el impacto directo de la exposición.
El valor reside en la capacidad de convertir la información técnica en conocimiento accionable. Así, MONITORIZA no solo mide, sino que predice. En el caso de un gran depósito de agua potable en Madrid, el sistema ha estimado con años de antelación cuándo se alcanzará una fisura de 0,1 mm, umbral a partir del cual la corrosión se acelera. La precisión es tal que se puede conocer cuántos átomos de hierro pierde una armadura cada segundo, simplemente «contando electrones», como explicó Sánchez.
Esta capacidad predictiva cambia las reglas del juego: permite integrar los datos en modelos digitales y gemelos estructurales, facilitar auditorías y justificar inversiones en conservación. Como subrayó el ponente, “tener sensores no es suficiente; hay que trabajar con los datos que proporcionan, interpretarlos y actuar en consecuencia”. La apuesta es clara: transformar el mantenimiento reactivo en preventivo y, finalmente, en predictivo.
Con proyectos ya activos en piscinas, tendones pretensados, estructuras reparadas y nuevas, MONITORIZA se presenta como un ejemplo paradigmático de cómo la ingeniería española lidera la transición hacia infraestructuras inteligentes y resilientes. Una transición que se apoya, como siempre, en los datos.


