Contenidos
- En el Arsenale de la Biennale di Architettura de Venecia se presentaban diversas propuestas de materiales para dar visibilidad al lema del comisario Carlo Ratti: Intelligens. Natural. Artificial. Collective, una exploración sobre las inteligencias que puede desarrollar la arquitectura para combatir la crisis climática.
- Propiedades técnicas de la madera estructural
- Beneficios ambientales y sociales
- Retos y limitaciones
- Hacia una arquitectura regenerativa
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En el Arsenale de la Biennale di Architettura de Venecia se presentaban diversas propuestas de materiales para dar visibilidad al lema del comisario Carlo Ratti: Intelligens. Natural. Artificial. Collective, una exploración sobre las inteligencias que puede desarrollar la arquitectura para combatir la crisis climática.
El pabellón de España, que analizaremos la próxima semana en Construnews, se presentó bajo el título Internalities: Architectures for Territorial Equilibrium, un proyecto comisariado por los arquitectos Roi Salgueiro y Manuel Bouzas que explora cómo la arquitectura puede reducir las externalidades medioambientales asociadas a los procesos de producción para avanzar hacia la descarbonización de la arquitectura en España.
La madera desempeña en el pabellón un papel destacado, no solo como recurso renovable, sino como símbolo de un nuevo paradigma en la edificación: avanzar hacia una arquitectura descarbonizada y conectada con los territorios. La exposición, construida con materiales protagonistas de la investigación, otorgó a la madera un papel central, subrayando su capacidad de transformar el sector de la construcción.
El sector es responsable del 37 % de las emisiones globales de CO₂, una cifra que obliga a repensar tanto los procesos como los materiales con los que levantamos edificios e infraestructuras. En este escenario, la madera aparece como una de las alternativas más prometedoras, capaz de reducir la huella ambiental, impulsar la economía circular y recuperar saberes constructivos que parecían relegados al pasado.
Propiedades técnicas de la madera estructural
Lejos de ser un material frágil o limitado, la madera se ha consolidado como un recurso altamente competitivo frente al hormigón y el acero. Su densidad, resistencia mecánica y capacidad para trabajar a tracción y compresión la convierten en un material idóneo para estructuras portantes. La irrupción de productos industrializados como la madera laminada encolada (glulam) o el contralaminado (CLT, cross laminated timber) ha multiplicado sus aplicaciones, permitiendo levantar edificios de media y gran altura con garantías de seguridad y durabilidad.
La madera, además, presenta un excelente comportamiento frente a la fatiga y una buena resistencia al fuego. Aunque pueda parecer contradictorio, su combustión es predecible y lenta, lo que permite dimensionar las secciones estructurales con seguridad. A esto se suma una característica decisiva: su ligereza. Un metro cúbico de madera pesa unas cinco veces menos que el hormigón, lo que facilita el transporte, reduce cargas en cimentación y mejora la eficiencia constructiva.
Más allá de sus propiedades técnicas, el verdadero potencial de la madera está en su capacidad para capturar y almacenar carbono. Cada metro cúbico de madera en una estructura retiene aproximadamente una tonelada de CO₂ que el árbol absorbió durante su crecimiento. Si el bosque del que procede está gestionado de manera sostenible, el balance ambiental es claramente positivo: se evita la emisión derivada de otros materiales intensivos en energía y, al mismo tiempo, se contribuye a la regeneración de ecosistemas.
En el plano social y económico, la madera representa también una oportunidad para reactivar territorios rurales y montes comunitarios. En España, ejemplos como los montes vecinales en mancomún de Galicia —protagonistas del pabellón español en Venecia— demuestran que es posible vincular producción forestal, gestión colectiva y arquitectura contemporánea. Este vínculo genera empleo local, evita la despoblación y refuerza una economía de proximidad alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Retos y limitaciones
Pese a sus ventajas, la expansión de la madera en el sector de la construcción no está exenta de obstáculos. Uno de ellos es la normativa. Aunque el Código Técnico de la Edificación ya incorpora especificaciones para estructuras de madera, su implantación en proyectos de gran escala sigue siendo desigual. Persisten prejuicios relacionados con la durabilidad, la resistencia al fuego o la disponibilidad de materia prima.
Otro desafío es la industrialización. Para competir con sistemas consolidados de hormigón y acero, la madera necesita cadenas de suministro estandarizadas, fábricas de CLT y glulam (madera laminada encolada ) de gran capacidad y protocolos de montaje rápidos y precisos. En países como Austria, Noruega o Finlandia, este salto ya se ha producido, consolidando una industria de la construcción en madera que exporta tecnología y know-how. España y el sur de Europa, en cambio, todavía tienen camino por recorrer.
Hacia una arquitectura regenerativa
La madera no es solo una opción técnica o ambiental: es también un catalizador de nuevas formas de pensar la arquitectura. Su calidez, capacidad expresiva y conexión con la naturaleza aportan un valor añadido que trasciende la mera eficiencia. En un contexto de emergencia climática, apostar por la madera significa también apostar por una arquitectura regenerativa, capaz de equilibrar lo que extrae y lo que devuelve a los territorios.
El debate abierto en Venecia con Internalities apunta en esa dirección: no se trata únicamente de reducir externalidades, sino de generar procesos internos equilibrados, donde materiales como la madera encarnen un futuro más justo y sostenible para la construcción. En este camino, la madera emerge no solo como material, sino como símbolo de un cambio de paradigma ineludible.
