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- 1 Luki Huber se define como “diseñador de producto a secas”, pero su trayectoria revela un universo creativo mucho más amplio. Desde su colaboración con Ferran Adrià en el Bulli —donde transformó simples utensilios en herramientas de experiencia sensorial— hasta la creación del método Manual Thinking, Huber ha explorado cómo las manos y el pensamiento visual pueden transformar la forma de innovar en múltiples sectores.
- 1.1 ¿Cómo te presentarías para quienes no te conocen?
- 1.2 Has desarrollado una metodología propia: Manual Thinking. ¿Cómo nació?
- 1.3 ¿Qué relación tiene esta metodología con tu etapa en el Bulli?
- 1.4 Dices que trabajas con las manos, ¿por qué es tan importante esto hoy?
- 1.5 ¿Y cómo integras lo digital en este enfoque manual?
- 1.6 Estás trabajando con los ODS y propones un nuevo taller. ¿En qué consiste?
- 1.7 ¿Cómo ves la relación entre diseño, arquitectura y sostenibilidad?
- 1.8 Hablando de sostenibilidad, ¿crees que podremos implicar a todos los actores del sector?
- 1.9 En tu experiencia, ¿qué aporta la gastronomía al diseño?
- 1.10 ¿Tienes algún ejemplo concreto donde hayas mezclado gastronomía y arquitectura?
- 1.11 ¿Y qué dirías que falta en nuestras ciudades hoy?
- 1.12 En un futuro próximo, ¿cuáles deberían ser las nuevas competencias del diseñador?
Luki Huber se define como “diseñador de producto a secas”, pero su trayectoria revela un universo creativo mucho más amplio. Desde su colaboración con Ferran Adrià en el Bulli —donde transformó simples utensilios en herramientas de experiencia sensorial— hasta la creación del método Manual Thinking, Huber ha explorado cómo las manos y el pensamiento visual pueden transformar la forma de innovar en múltiples sectores.
En esta entrevista con Construnews, Huber reflexiona sobre la importancia de trabajar físicamente, de escribir a mano, de construir modelos tangibles como paso previo a toda idea. “Hay una conexión directa entre cerebro y manos que se está perdiendo”, advierte. Su propuesta metodológica, desarrollada desde 2009, parte de mapas visuales, etiquetas, mesas altas y dinámicas de colaboración que han demostrado eficacia tanto en empresas como en escuelas, estudios de arquitectura o iniciativas de sostenibilidad.
¿Cómo te presentarías para quienes no te conocen?
Me gusta llamarme diseñador de producto a secas, porque defiendo que el diseñador es un especialista en no especializarse. No tengo estilo propio porque cada proyecto requiere su propio lenguaje. Y lo que me hace feliz es trabajar con las manos.
Has desarrollado una metodología propia: Manual Thinking. ¿Cómo nació?
Surgió por necesidad. Tras un taller enorme me encontré con 30 rollos de papel imposibles de gestionar. Llamé al Institut Cartogràfic de Catalunya para imprimir mapas planos. Así empezó Manual Thinking: mapas, etiquetas y trabajo colectivo. A partir de entonces, decidí iniciar todos mis proyectos con un taller colaborativo.
¿Qué relación tiene esta metodología con tu etapa en el Bulli?
Manual Thinking es diseñar como cocineros: con ingredientes, prueba y error. En el Bulli me pidieron resolver un problema con un snack helado, y acabamos creando todo tipo de soportes y herramientas. El diseñador formaba parte del engranaje creativo. Prototipamos, testamos, fallamos y volvíamos a probar.
Dices que trabajas con las manos, ¿por qué es tan importante esto hoy?
La conexión mano-cerebro ocupa entre el 30 y el 40% de la actividad mental. Hoy la gente apenas escribe a mano. Esa pérdida es muy seria. Trabajar con las manos es trabajar con la mente. Cuando diseñas tocando, el pensamiento se vuelve más claro y profundo.
¿Y cómo integras lo digital en este enfoque manual?
Estamos hibridando Manual Thinking con IA, pero no para sustituir las manos ni los encuentros presenciales. La IA puede ayudar, pero las decisiones importantes requieren que estemos juntos, compartiendo espacio, hablando cara a cara.
Estás trabajando con los ODS y propones un nuevo taller. ¿En qué consiste?
Se llama «Manual Thinking + ODS + Future Design». Son talleres para 15 personas, donde se eligen democráticamente 5 ODS (3 relacionados con la actividad de la organización y 2 no). Se trabaja en mapas visuales, por equipos rotatorios, y se generan 18 ideas por ODS. Al final, el grupo elige las mejores propuestas y proyecta qué debe venir después de la Agenda 2030.
¿Cómo ves la relación entre diseño, arquitectura y sostenibilidad?
Están completamente ligados. Con el pasaporte digital de los edificios, la descarbonización o la taxonomía de materiales sostenibles, estamos obligados a repensarlo todo. La metodología visual y colaborativa de Manual Thinking permite a los equipos enfrentarse a estos retos con claridad y acción.
Hablando de sostenibilidad, ¿crees que podremos implicar a todos los actores del sector?
No se puede obligar a nadie, pero sí podemos contrarrestar el escepticismo con acciones coherentes. Hemos vivido ocho años de Trump, guerras, crisis climáticas… Pero la esperanza está en actuar. Los buenos tenemos que equilibrar el balancín.
En tu experiencia, ¿qué aporta la gastronomía al diseño?
En gastronomía, el proceso es inmediato y sensorial. Una idea se prueba, se come, se valora al instante. Eso falta en otros sectores. Además, comer es una experiencia íntima, como diseñar. Ambas implican emoción, tacto, memoria.
¿Tienes algún ejemplo concreto donde hayas mezclado gastronomía y arquitectura?
Sí, por ejemplo, en la creación del restaurante Tíckets, con Albert Adrià, lo prototipamos entero en cartón: mesas, cocina, neveras… todo. O cuando hice una escultura para una experiencia gastronómica y la prototipé a escala real en un pasaje de Barcelona.
¿Y qué dirías que falta en nuestras ciudades hoy?
Faltan árboles. Verde. Espacios para el cuerpo. Nos hemos olvidado de que el diseño urbano debe cuidar lo básico. Diseñamos mucho para las pantallas, poco para los pies descalzos.
En un futuro próximo, ¿cuáles deberían ser las nuevas competencias del diseñador?
Reinventarse. Esa es la habilidad clave. No enseñar a ser joyero o carpintero, sino a repensarse, adaptarse y crear desde lo que uno es, cada día. Y hacerlo desde la colaboración, la honestidad y el respeto por el contexto.
Fotos: Francesc Guillamet




