Este artículo y las imágenes que lo acompañan se basa en una entrada publicada en el blog oficial de la Sagrada Familia, donde se documenta el proceso de construcción del trencadís. La información ha sido adaptada para su publicación en Construnews.com
Antoni Gaudí fue un revolucionario de su tiempo y uno de los máximos exponentes del modernismo catalán. Su arquitectura se inspiraba en la naturaleza y en sus formas orgánicas, y fue precisamente de esa observación que surgió uno de los recursos más emblemáticos de su lenguaje artístico: el trencadís. Esta técnica de revestimiento, basada en fragmentos irregulares de cerámica, vidrio o mármol, es hoy un símbolo inseparable de su obra.
Una anécdota popular sitúa el origen del trencadís en una visita de Gaudí al taller del ceramista Lluís Bru. Impaciente por la lentitud del proceso, Gaudí rompió un azulejo y exclamó: «¡Se tienen que colocar a puñados o no acabaremos nunca!». Más allá de su veracidad, este relato ilustra el espíritu pragmático y visionario del arquitecto. El trencadís ofrecía una solución práctica y estética para revestir superficies curvas con materiales reciclados, y pronto se convirtió en un recurso recurrente en sus obras.
La técnica permitía aprovechar materiales desechados de fábricas cerámicas, algo que conectaba con la sensibilidad medioambiental de Gaudí, un pionero en la reutilización creativa. Al mismo tiempo, le ofrecía una paleta de colores vibrantes y resistentes a la intemperie, perfecta para sus superficies ondulantes y su arquitectura cargada de simbolismo y dinamismo. No solo era un recurso decorativo: el mosaico protegía las construcciones frente al paso del tiempo y potenciaba su expresividad.
El trencadís se empleó por primera vez en la finca Güell, y su uso se expandió a obras tan reconocidas como el Park Güell o la Casa Batlló.
En la Sagrada Familia encontramos diversas aplicaciones de esta técnica, tanto en el interior como en el exterior de la Basílica, aunque los mosaicos que más destacan son los de las torres: con el fin de sacar el máximo provecho visual y simbólico a los campanarios, todos ellos culminan con cimborrios y pináculos revestidos de mosaico vidriado policromado procedente de la isla de Murano, en Venecia, elaborado con la técnica tradicional del vidrio veneciano. Esta elección no solo aporta una gama cromática viva y cambiante según la luz, sino que también garantiza una gran resistencia a la intemperie, reforzando la durabilidad estética y funcional del conjunto.
Los mosaicos de la fachada del Nacimiento se realizaron durante la época del propio Gaudí, mientras que los de la fachada de la Pasión se completaron en los años 70. Hoy, esta labor continúa gracias a artesanos como Joan Orriols, quien ha coordinado y elaborado muchos de los mosaicos de las bóvedas interiores, el ábside y la sacristía. Su trabajo da continuidad a un oficio que, más de un siglo después, sigue desarrollándose con técnicas manuales y pasión artesanal.
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En este vídeo, Joan Orriols explica cómo se aplican actualmente los mosaicos en los terminales de las ofrendas y cómo se mantiene viva la técnica que inmortalizó Gaudí.