Un artículo del Barcelona ConTech Hub
La construcción está dejando atrás una etapa de inmovilismo para adentrarse en una nueva era. Tras décadas dominadas por procesos manuales, baja productividad y escasa digitalización, el sector ha decidido mover ficha. Hoy, el cambio ya no es una opción: es una condición de supervivencia. La presión por construir más rápido, con menos recursos y con menor impacto ambiental ha activado una ola de innovación sin precedentes. En este nuevo contexto, el ConTech no solo avanza: está marcando el rumbo.
Una de las transformaciones más profundas es la consolidación de la construcción como una industria guiada por datos. La adopción de entornos colaborativos y plataformas digitales que centralizan información permite, por fin, trabajar con una única fuente de verdad. El uso del dato está madurando: ha pasado de ser una herramienta de reporte a convertirse en un activo estratégico para aprender, anticipar y decidir en tiempo real. Este cambio es la puerta de entrada a una siguiente fase, en la que la inteligencia artificial y la automatización se integrarán de forma natural en los procesos, no como soluciones periféricas, sino como verdaderos copilotos digitales.
Al mismo tiempo, la industrialización ha dejado de ser un ideal aspiracional para convertirse en una realidad en expansión. La construcción comienza a parecerse más a una fábrica que a una obra tradicional. La fabricación modular, el diseño para la producción y el ensamblaje, y los procesos repetibles están demostrando su capacidad para reducir errores, mejorar la calidad y acortar los plazos. El objetivo no es únicamente construir de forma diferente, sino construir mejor: con precisión, menos residuos y una mayor previsibilidad.
La obra también está cambiando. La robótica, la automatización y los sistemas inteligentes ya están asumiendo tareas repetitivas, pesadas o de riesgo. Su propósito no es sustituir talento, sino potenciarlo: liberar a los profesionales para que dediquen su tiempo a funciones de supervisión, coordinación y mayor valor añadido. La colaboración entre personas y máquinas empieza a consolidarse como la nueva normalidad en los proyectos constructivos.
La digitalización avanza, además, hacia experiencias inmersivas que transforman por completo la planificación y la ejecución. Tecnologías como la realidad aumentada, la realidad virtual o la realidad extendida permiten visualizar proyectos antes de que existan, detectar incompatibilidades en fases tempranas y coordinar equipos con una precisión nunca vista. A su lado, los gemelos digitales y la sensorización ganan protagonismo, especialmente en la búsqueda de eficiencia, sostenibilidad y gestión inteligente del ciclo de vida de los activos. La construcción ya no termina al entregar la obra: empieza entonces una nueva fase basada en datos, rendimiento y mejora continua.
Todo ello está impulsando un cambio cultural profundo. Surge un modelo de colaboración más transversal, transparente y conectado entre los agentes del sector. Crece también la inversión en talento y en perfiles híbridos, capaces de unir conocimiento técnico con competencias digitales. Como recoge el “Estudio sobre la Situación Actual del ConTech en España 2025” del Barcelona ConTech Hub, la transición conlleva retos, desde la resistencia cultural hasta la falta de estandarización, pero el optimismo y la voluntad de transformación están calando entre los actores del ecosistema.
El resultado es un efecto dominó: más inversión, más innovación y un creciente interés por parte de constructoras, ingenierías, tecnológicas, fondos e instituciones que hasta hace poco observaban el fenómeno desde la distancia. La construcción está atrayendo talento, capital y nuevas ideas a un ritmo impensable hace tan solo cinco años. Y este impulso ya no es local: es global, aunque avance a diferentes velocidades.
El ConTech ha dejado de ser una promesa. Es ya el motor que está redefiniendo qué construimos, cómo lo construimos y con quién lo construimos. El rumbo está marcado y el sector tiene una oportunidad histórica entre manos: evolucionar de una de las industrias menos productivas y más emisoras del planeta a un referente mundial en eficiencia, innovación y sostenibilidad.
El futuro no llegará dentro de diez años: está ocurriendo ahora. La cuestión ya no es si debemos transformarnos, sino quién liderará el cambio. Porque, esta vez, la construcción no está persiguiendo la innovación… está preparada para protagonizarla.
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