El CTE, concebido como marco normativo flexible, ha derivado en aplicaciones rígidas que frenan la innovación, la sostenibilidad y la industrialización en la construcción.
¿Sigue el Código Técnico de la Edificación (CTE) el ritmo que impone la transformación del sector? Esa es la pregunta que ha motivado al Clúster de la Edificación a crear un grupo de trabajo específico para revisar su contenido y plantear propuestas de mejora. El resultado de ese análisis, plasmado en un documento técnico publicado en septiembre de 2024, señala carencias importantes en varios Documentos Básicos, especialmente en los relacionados con la energía (DB-HE), la salubridad (DB-HS) y la protección frente al ruido (DB-HR).
El informe alerta sobre la contradicción entre el espíritu original del CTE, pensado como una normativa prestacional y flexible, y su aplicación actual, que se ha vuelto excesivamente prescriptiva. Esta rigidez normativa dificulta la incorporación de procesos constructivos industrializados, frena la introducción de nuevas soluciones técnicas y genera situaciones de inseguridad jurídica entre proyectistas, técnicos e industriales.
Entre las 25 fichas de revisión incluidas en el documento se destacan varias propuestas concretas. En el apartado energético, por ejemplo, se plantea que el control solar no se base únicamente en cálculos complejos con software, sino que pueda justificarse también mediante porcentajes de sombreamiento según orientación y zona climática. Se pide además que los recuperadores de calor —ya habituales en proyectos eficientes— se incluyan en el cálculo de la demanda energética del edificio.
En el campo de la salubridad, las críticas se centran en detalles constructivos obligatorios que no cuentan con el respaldo técnico de la industria, como el encastre de losas en muros pantalla. También se reclama la inclusión de impermeabilizantes líquidos, soluciones que ya cuentan con certificaciones europeas pero que hoy no están reconocidas por el CTE. En cuanto a la ventilación de cocinas, el grupo solicita admitir filtros de carbono como alternativa válida a los conductos, especialmente en contextos de rehabilitación o viviendas sin salida directa al exterior.
El Clúster de la Edificación considera que esta revisión no pretende sustituir el trabajo normativo oficial, sino actuar como alerta y guía técnica para futuros procesos de actualización del CTE. Según sus miembros, solo desde el diálogo entre todos los actores —arquitectos, ingenieros, promotoras, constructoras, fabricantes y administración— podrá diseñarse un marco normativo verdaderamente alineado con la innovación, la sostenibilidad y la realidad de la obra.
