Entrevista a Enrique Alario, Arquitecto Técnico, Máster en Edificación, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales, Tradesperson Passivhaus, y editor del Pódcast comunicarq.com, junto a Antonio Verdú, también Arquitecto Técnico, Tradesperson Passivhaus y CEO en Ai ESTUDIO. Enrique defiende una comunicación directa, accesible y comprometida como palanca de cambio. Frente a los fallos sistémicos del sector, propone transparencia, trazabilidad, responsabilidad y una apuesta firme por la formación y la digitalización.
Contenidos
- 1 ¿Cómo comienza tu faceta divulgadora?
- 2 ¿Cuál crees que ha sido tu aportación más valiosa?
- 3 ¿Cómo ha cambiado tu público y la manera de comunicar?
- 4 ¿Qué patologías constructivas detectas con más frecuencia?
- 5 ¿Qué barreras ves en la rehabilitación y eficiencia energética?
- 6 ¿Cómo percibes la calidad en la promoción de vivienda?
- 7 ¿Qué opinas sobre la formación de nuevos trabajadores?
- 8 ¿Cómo ves el futuro del sector?
- 9 ¿Y los planes de vivienda pública?
- 10 ¿Qué mensaje final lanzarías al sector?
¿Cómo comienza tu faceta divulgadora?
Fue una cuestión de necesidad. En 2006 salí al mercado por libre y justo después estalló la crisis del 2007. Sin clientes ni red, la única salida era hacerme visible. Así descubrí Twitter y más tarde otras plataformas. Mi idea no era solo decir “soy arquitecto técnico”, sino mostrar cómo trabajo. En aquel momento, nadie enseñaba las obras desde dentro y decidí asumir ese riesgo, sabiendo que me exponía a críticas si algo salía mal. Pero funcionó. La gente valoró esa transparencia.
¿Cuál crees que ha sido tu aportación más valiosa?
Mostrar el proceso. No solo el resultado. Enseñar cómo se hace una fachada compleja, un vuelo de hormigón poco habitual, o cómo aplicamos un material innovador. Y contarlo desde la obra, sin filtros. En 2011 empecé a participar en obras singulares, lo que me permitió ofrecer contenidos únicos. Pero más allá del espectáculo técnico, el valor está en explicar cómo se hacen bien las cosas.
¿Cómo ha cambiado tu público y la manera de comunicar?
Muchísimo. Antes era más espontáneo, grababa en directo y lo subía sin editar. Ahora todo está más pulido: el formato, la portada, los textos. La estética cuenta, pero lo esencial sigue siendo saber a quién te diriges. En mi caso, decidí hablarle al profesional que quiere entender y mejorar. Si quieres llegar a ese público, no puedes esclavizarte con la tiranía visual de Instagram. Necesitas autenticidad, contexto y rigor técnico.
¿Qué patologías constructivas detectas con más frecuencia?
Sin duda, las cubiertas. Representan el 60% de los fallos que se producen en los edificios. Y lo grave es que muchos ejecutores no aplican las soluciones tal y como han sido ensayadas por los fabricantes. Reproducen lo que han hecho siempre, aunque ya no funcione. Además, no hay trazabilidad: si una cubierta falla a los cinco años, el aplicador no lo sabe ni se responsabiliza. Por eso propongo que firmen boletines técnicos, como hacen los electricistas, que certifiquen su intervención y asuman la responsabilidad técnica.
¿Qué barreras ves en la rehabilitación y eficiencia energética?
Primero, falta de mano de obra cualificada. Aunque existan fondos o subvenciones, si no hay quien ejecute correctamente, no sirve de nada. Luego, el problema de percepción: la rehabilitación se ve como un trámite, una obligación para vender, no como una inversión de valor. Hasta que no cambiemos esa mentalidad, seguiremos haciendo lo mínimo, de cualquier forma y con cualquier precio.
¿Cómo percibes la calidad en la promoción de vivienda?
Seguimos vendiendo pintura y suelo. Nadie te cuenta qué tipo de aislamiento tiene la fachada o cómo se ha resuelto la cubierta. Pero es ahí donde está la verdadera calidad. Lo visible se cambia; lo estructural permanece. Tenemos que exigir memoria de calidades más técnicas, más honestas.
¿Qué opinas sobre la formación de nuevos trabajadores?
Es un drama. He tenido estructuristas que colocan vigas al revés o personas sin formación que ejecutan tareas críticas. Esto no es solo un problema español. Necesitamos planes de formación tanto aquí como en los países de origen de quienes se incorporan a nuestras obras. Pero no podemos permitir que alguien sin conocimientos previos entre a colocar estructuras sin saber lo que hace. La seguridad, la calidad y la durabilidad están en juego.
¿Cómo ves el futuro del sector?
No podemos ejecutar las viviendas que necesitamos con el sistema actual. Falta gente, falta cualificación y falta planificación. Por eso hay que apostar por industrialización, automatización, digitalización y robotización. Y por supuesto, formación continua. Sin todo esto, no llegaremos.
¿Y los planes de vivienda pública?
Mientras no se planifique a largo plazo, serán parches. Construir una vivienda lleva tres años como mínimo. Un político no verá resultados dentro de su legislatura, así que no lo prioriza. Necesitamos políticas estables a 10 o 15 años, consensuadas, mantenidas en el tiempo. Y aun así, ¿quién construirá esas viviendas? Ahora mismo no tenemos ni la mano de obra ni la capacidad técnica.
¿Qué mensaje final lanzarías al sector?
Dejemos de parchear. Planifiquemos. Responsabilicémonos. Y formemos a los nuevos profesionales. Solo así podremos decir que estamos construyendo bien.