
Gabriel Palacios Hernández, arquitecto técnico. Director de Operaciones de Drones de Sacyr
La prevención de riesgos laborales está viviendo una revolución silenciosa pero poderosa desde el aire. El uso de drones —o más correctamente, sistemas de aeronaves pilotadas por control remoto (RPAS, por sus siglas en inglés)— se ha consolidado como una herramienta clave en la mejora de la seguridad en obras de construcción, infraestructuras, rehabilitación y espacios confinados. Más allá de su utilidad en topografía o seguimiento de obra, los drones permiten sustituir a los operarios en tareas de riesgo, minimizando así la exposición a caídas, colapsos, electrocuciones, sustancias tóxicas o condiciones extremas.
La experiencia de empresas como Sacyr, pionera en incorporar estas tecnologías desde 2017, demuestra que los RPAS no sólo incrementan la productividad, sino que elevan notablemente el nivel de protección de los trabajadores. La clave está en cambiar el enfoque: usar la tecnología no como un lujo, sino como una estrategia preventiva.
Una nueva dimensión en la prevención
Tradicionalmente, muchas tareas exigían la presencia física del trabajador en lugares potencialmente peligrosos: revisar el estado de un talud, medir un vaso de residuos, subir a una torre de alta tensión o inspeccionar la cara inferior de un puente. Hoy, un dron equipado con cámara RGB o termográfica puede realizar ese trabajo en minutos y sin poner en riesgo a nadie.
Por ejemplo, la demolición del edificio Windsor en Madrid —que implicó revisar estructuras desde cestas elevadoras en condiciones extremas— hubiera sido mucho más segura con el uso de RPAS. En su lugar, se expuso a operarios a situaciones potencialmente fatales, aunque se tomaron todas las medidas necesarias para minimizar los riesgos. Este tipo de escenarios es donde los drones marcan una diferencia crítica.
Aplicaciones prácticas con impacto real
El abanico de aplicaciones de los RPAS es amplio y en constante crecimiento:
- Fotogrametría y topografía: Los drones capturan ortofotos y modelos 3D con precisión centimétrica. Esto permite trabajar en vertederos o terrenos inestables sin que el topógrafo entre físicamente en la zona de riesgo. Además, se reducen los puntos de control necesarios, especialmente con modelos equipados con sistemas RTK.
- Revisión de torres de alta tensión: Tradicionalmente realizadas desde helicópteros o con ascenso manual, estas inspecciones pueden hacerse hoy desde el suelo con drones que incorporan potentes zooms y sensores térmicos, reduciendo el riesgo de caída y de electrocución.
- Supervisión de obras y rehabilitación: Los drones permiten seguir el avance de una obra mediante imágenes aéreas o inspeccionar fachadas sin necesidad de andamios ni plataformas, reduciendo el riesgo de caída y optimizando recursos.
- Inspección de puentes: La cara inferior de tableros, neoprenos o tirantes puede revisarse sin camiones-cesta ni cortes de tráfico, evitando riesgos de atropello y de caída en altura.
- Espacios confinados: Ya existen drones diminutos, resistentes a golpes, que pueden recorrer galerías o colectores con cámaras de alta resolución, evitando exponer al operario a gases tóxicos, incendios, explosiones o enfermedades.
Cada uno de estos ejemplos representa un avance no solo en términos técnicos, sino en la protección efectiva del trabajador, que deja de ser la primera línea de exposición.
Una tecnología que exige responsabilidad
Si bien los RPAS reducen riesgos, su uso también está sujeto a una normativa específica, en especial tras la entrada en vigor del Real Decreto 517/2024. Este regula su utilización profesional, estableciendo condiciones claras sobre zonas de vuelo, titulación, mantenimiento y seguridad operativa. El riesgo de accidente por caída, incendio de baterías o manejo negligente existe, pero se minimiza con formación, protocolos adecuados y supervisión.
Para operar drones en zonas alejadas de núcleos urbanos con modelos ligeros, basta con una formación básica, incluso gratuita. Para vuelos más complejos —por ejemplo, en ciudades o más allá de la línea visual directa— es necesario contar con un certificado cuya obtención no supera los 500 euros.
El perfil del piloto de drones incluye cascos, gafas, vestimenta adecuada, planificación meteorológica, mantenimiento del equipo y, sobre todo, conciencia del impacto de su actividad. Porque un dron no es solo una cámara voladora: es una responsabilidad aérea.
¿Cómo incorporarlos al día a día?
Los arquitectos técnicos y coordinadores de seguridad tienen en los RPAS una herramienta de alto valor añadido. Usarlos para la revisión de fachadas, el seguimiento gráfico de obras o la inspección remota de zonas de difícil acceso no solo mejora la calidad del trabajo, sino que amplía el campo de visión profesional. También se pueden emplear en la generación de modelos digitales, clave para proyectos BIM y documentación técnica.
La clave está en perder el miedo. No es necesario pilotar uno mismo para aprovechar sus ventajas: basta con comprender su utilidad, conocer la normativa y saber cuándo y cómo integrarlos en las fases del proyecto. La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) dispone de una guía completa y actualizada para facilitar esta transición tecnológica.
Conclusión: la seguridad despega
La irrupción de los drones en el ámbito de la construcción no es una moda, sino una tendencia con fundamentos sólidos.
Debemos perder el miedo a utilizar esta herramienta que nos aporta un nuevo punto de vista porque desde las alturas nos permiten detectar, analizar y prevenir sin exponer. Porque cada vuelo de un RPAS bien utilizado es una caída evitada, un riesgo eliminado y una vida protegida.


