Un recorrido por el itinerario de la Casa de la Arquitectura invita a cuestionar nuestros imaginarios sobre el hogar, el suelo, la gestión del territorio y el verdadero significado del lujo.
En un momento de profunda crisis habitacional y ecológica, el itinerario virtual “Suficiencia privada, lujo público”, comisariada por Antonio Giráldez López, Pablo Ibáñez Ferrera y Diego Morera Sánchez para la Casa de la Arquitectura, plantea una pregunta clave: ¿qué imaginarios espaciales alimentan nuestras aspiraciones privadas y qué papel puede jugar la arquitectura en la construcción de lo colectivo?
El hogar como construcción cultural
El itinerario parte de una reflexión profunda sobre el espacio doméstico y su representación. No sólo habitamos casas, también habitamos sueños, configurados por series de televisión, revistas de decoración y discursos mediáticos que idealizan un modelo concreto: el de la vivienda suburbana con jardín y piscina, aislada del vecindario y envuelta en privacidad.
Este modelo ha calado en el imaginario colectivo como símbolo de éxito y bienestar, pero ¿es sostenible, equitativo o deseable en una sociedad interdependiente y en emergencia climática?
Una crítica lúcida a la lógica del lujo individual
Uno de los ejes conceptuales del itinerario es el pensamiento del escritor y activista británico George Monbiot, quien denuncia la lógica extractiva del urbanismo contemporáneo y propone redistribuir los recursos del lujo individual hacia formas de suficiencia colectiva.
En su propuesta de “suficiencia privada y lujo público”, cuestiona la lógica de acumulación del suelo como bien especulativo y denuncia su impacto sobre la equidad social y la viabilidad ecológica del planeta.
Si cada londinense tuviera una casa con jardín, toda Inglaterra sería urbanizada, advierte. Frente a ello, la exposición plantea imaginar otros escenarios urbanos, rurales y domésticos donde lo compartido cobre valor.
Una vía alternativa en la gestión del territorio
El itinerario abre la puerta a experiencias que escapan de la dicotomía público-privado, como las formas de gestión comunitaria del suelo presentes en Galicia, León o Asturias. A través de montes vecinales o mancomunidades, estas fórmulas demuestran que es posible otra relación con el territorio: basada en la corresponsabilidad, el arraigo y la devolución de los beneficios a la comunidad.
La arquitectura aquí no es solo forma, sino herramienta de mediación, participación y futuro. Espacios como lavaderos, casas de comidas o equipamientos rurales actúan como nodos de cohesión y resistencia frente al vaciamiento territorial y la especulación.
Proyectos que inspiran
El recorrido reúne una cuidadosa selección de casos que ilustran cómo es posible otra forma de construir el habitar:
- La cooperativa Pío XII en Segovia (1964-1966), que con pasarelas elevadas y jardines interiores recuperaba el espíritu de los núcleos rurales, apostando por un urbanismo de relación y escala humana.
- El Barri Gaudí de Reus (1969-1973), primer proyecto residencial público del Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, que proponía una “ciudad dentro de la ciudad” con espacios comunes generosos y formas innovadoras.
- El Grupo Residencial Malvarrosa de València (1972-1976), fruto de un proceso participativo liderado por mujeres, donde los colores, las escoletas y el diseño gráfico comunitario reforzaban la identidad del conjunto y la vida compartida.



- Unidad vecinal para la Cooperativa Pío XII (calle Taray), Segovia. Antonio Viloria García, José Joaquín Aracil Bellod, Luis Miquel Suárez-Inclán – Fondo documental DOCOMOMO Ibérico © José Hevia
- Barri Gaudí, Reus, Tarragona. RBTA – Ricardo Bofill Taller de Arquitectura – Gregori Civera
- Grupo Residencial Malvarrosa, València, Alberto Sanchís – Bianca Cifre
Infraestructuras como bien común
Más allá de la vivienda, la exposición visibiliza equipamientos comunitarios recientes que demuestran cómo incluso pequeñas actuaciones pueden tener un gran impacto: desde el centro comunitario de Reinosa en Cantabria hasta la plaza de Mansilla Mayor o el teleclub de Noviercas.
También forman parte del recorrido dos intervenciones en Galicia que amplían la noción de infraestructura colectiva desde lo cotidiano y lo simbólico. En Combarro, la arquitecta Pascuala Campos de Michelena proyectó la cubierta para el lavadero público da Chousa, dignificando un espacio tradicionalmente femenino y comunitario mediante una estructura de madera pintada en azul pastel, que incorpora zona de secado en cubierta. En Lalín el arquitecto César Portela, junto a su hijo, el escultor Sergio Portela, diseñó un conjunto de elementos arquitectónicos y escultóricos en la Carballeira, entre ellos una gran mesa parroquial de granito de más de 30 metros de longitud. Ambas actuaciones, desde escalas modestas, evidencian el poder de la arquitectura para reforzar la memoria colectiva y los vínculos comunitarios.
Arquitectura para transformar lo íntimo y lo colectivo
En definitiva, “Suficiencia privada, lujo público” es una propuesta política, cultural y espacial. Una invitación a revisar nuestros modelos de desarrollo, nuestros deseos y nuestros espacios cotidianos. A imaginar un lujo que no aísla, sino que acoge, cuida, educa y transforma.
Porque la arquitectura puede ser, también, un vehículo para la justicia espacial.