Construido para acoger el Mundial de Atletismo Budapest 2023, el estadio ubicado junto al Danubio se ha transformado en la primera Open Arena del mundo: una instalación urbana multifuncional que redefine el concepto de legado deportivo.El proyecto, obra del estudio húngaro NAPUR Architect, liderado por el arquitecto Marcel Ferencz, ha sido distinguido con el Premio del Público en los Architizer A+ Awards en las categorías de Stadium and Arena y Sustainable Sports and Recreation Building.
La transformación no es solo funcional, sino simbólica: el edificio, cuyo anillo superior fue desmontado tras el evento, ha pasado de ser un recinto de élite a un espacio abierto al uso cotidiano. La icónica estructura de cubierta blanca, que remite a una corona clásica en homenaje a la “reina de los deportes”, el atletismo, se mantiene como hito arquitectónico, mientras que el interior ha sido reconvertido en un parque urbano activo y accesible para la ciudadanía.
De estadio temporal a espacio permanente
El recinto fue proyectado desde el inicio con una doble vocación. En su modo competición, durante el Mundial, alcanzó una capacidad de 40.000 espectadores mediante la instalación de una grada temporal. Una vez finalizado el evento, estas gradas —con capacidad para 25.000 personas— fueron desmontadas y trasladadas a París para los Juegos Olímpicos de 2024. Esto permitió adaptar el estadio a su modo básico, con aforo para 15.000 personas y un nuevo uso: el Open City Ring, un anillo público de 15.000 m² con pista de atletismo, circuitos familiares, zonas de entrenamiento, “street workout” y puntos de comida urbana.
El resultado es un recinto único en el mundo: una Open Arena que mantiene su identidad arquitectónica y su funcionalidad deportiva, pero que se integra plenamente en la vida diaria de la ciudad. Desde septiembre de 2024, cuando se celebró el primer evento abierto, el lugar se ha consolidado como un nuevo foco de atracción para los habitantes de Budapest.
Arquitectura para regenerar ciudad
La Open Arena no es un objeto aislado, sino el primer paso de una operación urbanística de gran escala: el plan Budapest Southern City Gate, que contempla la regeneración de antiguos terrenos industriales en Ferencváros y la creación de un nuevo parque metropolitano. Además del recinto, se ha construido un puente atirantado para peatones y ciclistas que conecta con la isla de Csepel, nuevas protecciones contra inundaciones, paseos fluviales, carriles bici y embarcaderos. Esta red de infraestructuras mejora la conectividad entre norte y sur del Danubio, y consolida un nuevo distrito recreativo y ecológico en la capital húngara.
La actuación ha permitido recuperar 20 hectáreas de espacio degradado, donde hoy se combinan usos deportivos, turísticos, paisajísticos y comunitarios. El objetivo no es solo promover la actividad física, sino también ofrecer un entorno saludable y accesible, alineado con las estrategias de sostenibilidad urbana de la UE y de Hungría.
Ingeniería ligera y sostenibilidad activa
La estructura del recinto destaca por su anillo espacial de acero con geometría abierta y cubierta tensada, una proeza de la ingeniería húngara que combina ligereza, complejidad formal y eficiencia estructural. En términos energéticos, el estadio ha sido diseñado bajo criterios muy estrictos: solo el 5 % del total de su superficie construida está climatizada, y esta operación se realiza íntegramente mediante energía geotérmica renovable.
La planificación funcional también ha buscado reducir el impacto ambiental en el largo plazo: se favorece el uso del transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie. Todo ello refuerza el carácter cívico y sostenible del proyecto.
Un nuevo paradigma del legado deportivo
El caso de Budapest marca un punto de inflexión en el diseño de infraestructuras deportivas. Frente al modelo tradicional de “elefantes blancos” que quedan infrautilizados tras grandes eventos, la Open Arena demuestra que el legado puede planificarse desde el inicio con criterios de sostenibilidad, flexibilidad y utilidad pública.
Al reconvertir un estadio de competición en un equipamiento ciudadano, abierto y activo los 365 días del año, Budapest ha construido mucho más que un recinto deportivo: ha creado un espacio de encuentro, salud y vida urbana. Una corona blanca que ya no pertenece solo a la élite del atletismo, sino también a todas las personas que hacen de la ciudad su campo de juego.
Fuente: v2com newswire Fotografías (c) Jozsef Molnar


















