En esta entrevista con Construnews, Octavi Mestre nos abre la puerta a su libro, Ciudades Escritas (Ediciones Asimétricas), donde confluyen tres de sus pasiones: arquitectura, literatura y viajes. Una lectura que ofrece una mirada personal sobre ciudades tan distintas como Tokio, Buenos Aires o Venecia, desde la voz de autores como Murakami, Modiano o Alejo Carpentier.
¿Cómo surge la idea de este libro?
Este libro tiene un origen muy concreto: un ciclo de conferencias que empezamos en la librería La Capell, junto a Marc Longaron, justo antes de la pandemia. Yo acababa de volver de la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires. Allí releí Misteriosa Buenos Aires, de Mujica Láinez, y pensé que sería interesante revisar las ciudades desde la óptica de sus escritores más representativos. De ese ciclo nace este volumen, que en realidad son tres libros en uno: literatura, viaje y arquitectura. Son mis tres pasiones, que también son las de mucha otra gente. Y es también un ejercicio de memoria emocional.
¿Por qué estas doce ciudades y no otras?
Son ciudades que forman parte de mi biografía personal. Algunas las he visitado muchas veces, como París, donde incluso he sido corresponsal de una revista de arquitectura y he dado clases. Otras, como Samarcanda, solo una vez, pero esa visita dejó una huella muy intensa. Hay más ciudades del sur que del norte, más europeas que asiáticas o americanas, pero todas comparten un carácter: no son cualquier ciudad, sino lugares donde confluyen historias, capas, literatura. Cada una está narrada desde una voz literaria principal y acompañada por otras. No hay una lógica geográfica, sino vital y narrativa.
Como decía John Berger, lo importante no es lo que vemos, sino cómo lo vemos. Este libro no da respuestas, sino miradas.
¿Cuál ha sido el criterio para vincular escritores y ciudades?
Busqué siempre autores que fueran capaces de expresar el alma del lugar. El París de Patrick Modiano es muy distinto del de Proust, pero ambos dialogan. En Tokio, por ejemplo, Murakami nos lleva a una ciudad desquiciada y profundamente sensorial, pero también aparecen Kawabata o Mishima, desde otros ángulos. En Venecia, Brodsky sostiene que la belleza evita que los palacios se hundan. Esa frase lo resume todo: la ciudad como refugio de lo bello. Y también como espejo de lo que somos. La literatura, como la arquitectura, permite comprender cómo habitamos.
¿Y qué papel juega la arquitectura en este viaje?
La arquitectura es mi forma de mirar el mundo. No hablo de fachadas, sino de estructuras emocionales, de cómo el espacio construye la experiencia. He estado en más de 40 universidades de 21 países, he dado clases en Tokio, en Guatemala, en París… Y en cada ciudad he aprendido a verla desde su literatura. Eso intento transmitir: una ciudad no se entiende solo caminándola o dibujándola, sino también leyéndola. Los arquitectos deberíamos leer más. A veces un poema o una novela dice más sobre la esencia de una ciudad que mil planos.
En un momento del libro citas a Calvino: “El infierno ya está aquí”… ¿Qué significa esa frase hoy?
Es una de las reflexiones más potentes de Las ciudades invisibles. Calvino dice que el infierno no es algo que nos espera, sino que ya lo habitamos. Pero que también podemos encontrar fragmentos de no-infierno, y que nuestro deber es darles espacio. Creo profundamente en eso. En tiempos de violencia urbana, desigualdad, gentrificación, el diseño urbano puede ser resistencia. Hay que cuidar lo que no es infierno: un banco a la sombra, una plaza viva, una librería de barrio. La belleza, la memoria, la cultura: esos son los antídotos.
¿Cuál es tu ciudad favorita del libro?
Imposible elegir. París es la que más veces he visitado. Ya no necesito mirar el plano del metro, y eso es una señal de pertenencia. Pero también me fascinan Tokio, por su radical diferencia cultural; Estambul, que es como la hermana simétrica de Venecia; o Angosta, que es una ciudad ficticia, metáfora de toda América Latina. Hay ciudades que uno conoce por dentro, y otras que sueña. Todas están en el libro. Y todas, de alguna forma, son parte de mí.
¿Dónde se puede conseguir “Ciudades escritas”?
Está publicado por Ediciones Asimétricas. Se puede adquirir en su web, en librerías como la Cooperativa Jordi Capell. Pronto se presentará en La Capell de Barcelona y en el COAM en Madrid. Además, el libro incluye textos y fotografías propias, lo que lo convierte casi en un cuaderno de viaje íntimo.
¿Y qué otros proyectos tienes ahora en marcha?
Muchos. Estoy preparando una exposición en la Galería H2O de Gràcia, en Barcelona, bajo el paraguas de la Fundación Mies. La idea es comparar los cuadernos de viaje de Le Corbusier con los de arquitectos catalanes. Porque dibujar es otra forma de mirar. Hoy se hacen renders, pero se ve menos. También sigo colaborando con la revista T18, que ya lleva más de 60 números.
En Venecia, Brodsky sostiene que la belleza evita que los palacios se hundan. Esa frase lo resume todo: la ciudad como refugio de lo bello
Para terminar: ¿qué te gustaría que el lector se llevase de este libro?
Una forma de mirar. Una sensación. Como decía John Berger, lo importante no es lo que vemos, sino cómo lo vemos. Este libro no da respuestas, sino miradas. Habla de ciudades, sí, pero sobre todo de cómo las construimos con las palabras, con los recuerdos y con los sueños. Si logra despertar esa curiosidad por volver a mirar nuestras propias ciudades con otros ojos, ya ha cumplido su misión.
