Contenidos
- “La administración a menudo exige de forma maximalista, sin tener en cuenta la viabilidad económica. Hay que encontrar un equilibrio entre normativa, costes y bienestar del usuario”.
- ¿Cómo describiría el estado actual de las residencias y viviendas para personas mayores en España?
- ¿Qué carencias arquitectónicas y urbanísticas considera más urgentes en este tipo de equipamientos?
- ¿Está en crisis el modelo actual de residencias?
- ¿Cómo imagina ese modelo alternativo?
- ¿Qué papel juegan el diseño, los colores y los materiales en la calidad de vida de las personas mayores?
- ¿Y en la integración urbana de estos edificios?
- ¿Percibe voluntad política y privada para impulsar más geriátricos públicos y privados?
- ¿Puede compartir algún proyecto que considere especialmente significativo en este ámbito?
- En su web se observa un fuerte equilibrio entre arquitectura e interiorismo. ¿Cómo lo aborda?
- ¿Cómo integra la sostenibilidad en sus proyectos?
- Usted se define como un “sastre de edificios”. ¿Qué significa eso?
Entrevista a Luis Sans Llopis, Director de proyectos de arquitectura e interiorismo en Luis Sans Arquitectura SL

“Soy un sastre de edificios: cada proyecto merece un traje a medida para quienes lo van a habitar”
¿Cómo describiría el estado actual de las residencias y viviendas para personas mayores en España?
Depende mucho de la comunidad autónoma y del contexto urbano. En ciudades grandes como Barcelona se construyeron residencias más pequeñas, pero ahora las instituciones plantean centros de mayor tamaño para dar respuesta a las nuevas necesidades. El problema es que falta suelo, el que hay es escaso y caro, y además los costes de construcción no dejan de subir. Eso hace que los márgenes de promotores e inversores sean muy ajustados y el proceso se ralentice por la burocracia.
¿Qué carencias arquitectónicas y urbanísticas considera más urgentes en este tipo de equipamientos?
Es fundamental generar suelo para vivienda, tanto para jóvenes como para mayores. Algunos municipios han impulsado viviendas dotacionales que combinan generaciones, lo cual es positivo, pero sigue siendo insuficiente. También hay que agilizar los procesos administrativos: no es lógico que un concurso tarde seis meses en resolverse. Creo que necesitamos una colaboración público-privada más decidida, como ya sucede en Madrid con el Plan Vive o en Cataluña con cooperativas impulsadas por la Generalitat.

¿Está en crisis el modelo actual de residencias?
No hablaría de crisis, pero sí de la necesidad de evolucionar. A veces la administración exige con buena intención, pero de manera maximalista, sin tener en cuenta los costes ni la viabilidad. Por ejemplo, está bien que se planteen habitaciones individuales de 20 m², pero eso incrementa mucho los costes y hay que encontrar un equilibrio entre calidad y sostenibilidad económica.
¿Cómo imagina ese modelo alternativo?
Me parece interesante pensar en un modelo híbrido, con pisos asistidos para grados iniciales de dependencia y equipamientos geriátricos para fases más avanzadas. No todo el mundo puede vivir de forma autónoma, y es inviable convertir todas las residencias en pisos asistidos. Lo importante es combinar opciones y garantizar recursos humanos suficientes para atender a la población.
¿Qué papel juegan el diseño, los colores y los materiales en la calidad de vida de las personas mayores?
Un papel crucial. Los colores vivos pueden generar angustia, mientras que los tonos cálidos y relajantes transmiten calma. También hay que pensar en la luz natural, en los pasamanos y en evitar soluciones arquitectónicas que den vértigo, como grandes ventanales a ras de suelo sin apoyo. Los detalles importan mucho: un buen tacto en un material puede dar seguridad, y un diseño adecuado de las estancias nocturnas puede evitar miedos o desorientación.
¿Y en la integración urbana de estos edificios?
Es complicado, porque nuestras ciudades están densificadas y cuesta encontrar solares con jardines. La administración debería facilitar compensaciones urbanísticas para incorporar zonas verdes en proyectos de residencias. Los espacios exteriores son vitales para el bienestar de los usuarios y deberían ser parte estructural del diseño.
“Los colores cálidos, la luz natural y los materiales adecuados influyen directamente en el confort de los mayores.”
¿Percibe voluntad política y privada para impulsar más geriátricos públicos y privados?
Sí, aunque con matices. Desde el ámbito público, se han anunciado proyectos como la nueva residencia en el barrio de Les Corts en Barcelona o equipamientos en Sabadell. En paralelo, hay inversores privados interesados, pero siempre condicionados por los costes y la rentabilidad. La clave está en encontrar fórmulas de colaboración que hagan viables los proyectos.
¿Puede compartir algún proyecto que considere especialmente significativo en este ámbito?
Destacaría la reforma del geriátrico L’Estada, donde transformamos un edificio existente adaptándolo a la nueva normativa y preparándolo incluso para regulaciones futuras. También un proyecto en Murcia, donde reconvertimos una clínica en un centro geriátrico con apartamentos asistidos y una gran plaza cubierta por placas solares. Ese tipo de soluciones permiten combinar sostenibilidad, urbanismo y confort para los usuarios.
En su web se observa un fuerte equilibrio entre arquitectura e interiorismo. ¿Cómo lo aborda?
Para nosotros, arquitectura e interiorismo son inseparables. Siempre digo que el volumen del edificio es como la ropa exterior y el interiorismo es la ropa interior: ambos deben dar comodidad y confianza. No se trata solo de diseñar fachadas bonitas, sino de crear espacios habitables, cálidos y funcionales para quienes los usarán cada día.

¿Cómo integra la sostenibilidad en sus proyectos?
De forma natural. La buena iluminación, la ventilación cruzada o la eficiencia energética siempre han sido parte de la buena arquitectura. Ahora añadimos criterios como la economía circular y la reducción de la huella de carbono. A veces construir en madera parece sostenible, pero si traes los paneles desde Canadá quizá no lo sea tanto. Hay que pensar en la procedencia de los materiales y en soluciones locales que reduzcan el impacto ambiental.
Usted se define como un “sastre de edificios”. ¿Qué significa eso?
Que cada proyecto es único y debe hacerse a medida del usuario. No hay encargos pequeños: todos requieren el mismo esfuerzo y dedicación. Sea un hospital, un geriátrico o una vivienda, la clave está en adaptar el diseño al contexto, al presupuesto y a las personas que lo van a habitar. Lo importante no es imponer un estilo, sino encontrar la solución que mejor funcione.
Para terminar, ¿qué proyectos le ilusionan más en este momento?
Me ilusiona especialmente diseñar equipamientos sociosanitarios y hospitales, porque son los más complejos y exigentes, y su impacto en la sociedad es enorme. Pero en realidad, cualquier proyecto, por pequeño que sea, es un reto estimulante: cada cliente nuevo es una oportunidad y siempre intentamos acertar a la primera. Lo que nos motiva es hacer arquitectura que sirva a las personas, que les acompañe y mejore su vida diaria.
“La arquitectura para personas mayores debe adaptarse al usuario, no a la estética del arquitecto.”


