El nuevo número de la revista t18, dedicado a las bóvedas tabicadas o ‘voltes a la catalana’, repasa su historia milenaria y su vigencia contemporánea a través de referentes históricos como Guastavino, Candela o Dieste, hasta llegar a nuevas generaciones que apuestan por su potencial sostenible en proyectos actuales en Catalunya, México o Colombia
A modo de presentación, por Octavi Mestre, arquitecto
La revista t18magazine es bilingüe (español / inglés) con la intención de llegar al máximo número de público y todos los números se pueden descargar en www.t18magazine.com Incluso sin necesidad de estar suscritos. La revista está dedicada al mundo de la arquitectura, el paisaje y el diseño y es, desde hace años, referencia del sector. Es digital y gratuita porque esa es, hoy, la manera de llegar al mayor público posible. Actualmente, tiene gente suscrita en más de un centenar de países y el Brooklyn Rail Track de New York City la incluyó, ya hace tiempo, como una de las mejores propuestas de pensamiento del siglo XXI cosa que hizo que se apuntara mucha gente. La revista, además de proyectos recientes de todo el mundo, incluye siempre una editorial, entrevistas a gentes limítrofes con la disciplina (escultores, pintores, escritores, editores, etc.) y una revisión histórica del Movimiento Moderno, para saber de dónde venimos…
Este nuevo número doble de la t18 (nº 55/56) está dedicado a las bóvedas tabicadas, lo que aquí llamamos ‘voltes a la catalana’, que viven un curioso periplo entre ambas orillas del Atlántico en un viaje de ida y vuelta, del que regresan fortalecidas (como le pasó al idioma a finales del XIX). Por el número se pasean los nombres del valenciano Guastavino, del catalán Bonet Castellana, de Félix Candela, madrileño exiliado en México o del uruguayo Eladio Dieste… para acabar con sus hijos espirituales actuales: Alfonso Ramírez Ponce en México, Lucía Garzón en Colombia o el equipo de Bangoloo, dirigido por Oriol Rosselló en Catalunya. Solo para demostrar que las construcciones abovedadas están más vivas que nunca.
Un poco de historia
En mi editorial “La historia como no te la han contado” explico que la bóveda nace en Mesopotamia… el barro, siempre el barro (que diría León Felipe) que, si algo había entre esos dos ríos, el Tigris y el Eufrates, era barro … Y de allí pasó a Roma, saltándose a Grecia que optó por un modelo de arquitectura dintelar, obviando que, con una ligera curvatura, se podían cubrir luces mucho mayores… Quizás pensaron que la piedra ya les estaba bien para sus pequeños templos, la “morada impenetrable de sus dioses”, según aseveraba Bruno Zevi… Y así fue como Roma tomó el testigo y, como ejemplo, nos legó termas y palacios, pero, sobre todo, el Panteon que fue en origen una tumba, con su tiempo congelado (que no es otro el tiempo de los muertos), tiempo detenido…
Roma cedió el testigo a la arquitectura visigótica… cedió, bueno, se lo quitaron (que en este mundo nadie cede nada y uno llega, tras ocupar el lugar que otro ocupara antes) … Y a esa arquitectura primigenia le sucedió la arquitectura románica. Y luego vino el gótico y, en un intento de acercarse a Dios, construyeron catedrales blancas y levantaron las bóvedas y las hicieron de ojiva y construyeron arbotantes, para asegurarse el descenso de las cargas que les permitiera llegar más alto (“et puis et puis encore”, que decía Rimbaud) … Si el románico es un arte de pueblos de montaña (nuestro Pirineo está lleno de magníficos ejemplos), el gótico es la primera arquitectura urbana hasta el punto de que muchos historiadores sitúan la catedral en el origen de la ciudad moderna en Europa…
A no olvidar la arquitectura islámica que nuestros hermanos estaban haciendo del otro lado del Mediterráneo. Si bien las mezquitas del Magreb se resuelven a base de arcos fajones, las de Estambul, descendientes de Santa Sofia, Hagia Sofia de Artemio de Tralles de siglo IV, hija de la planta de cruz griega y no latina, decidió disolverse en casquetes circulares en las 4 direcciones del espacio, puntuadas por minaretes que, como estiletes, rompen el cielo, como el muecín rompe el silencio cuando llama a la oración.
Pero la historia es pendular y el Renacimiento supuso redescubrir los valores de la Grecia clásica y volver al sistema dintelar que la arquitectura moderna, desde las vanguardias, hará suyo durante todo el siglo XX. La bóveda quedó estos últimos 500 años relegada a las grandes arquitecturas religiosas (al ser insustituible a la hora de cubrir grandes luces) …. Y, con los siglos, las catedrales dieron paso a las estaciones de tren, en el siglo XIX, y las estaciones, catedrales laicas, a los estadios de fútbol en el siglo XX.
La volta catalana a caballo de los siglos XIX y XX
Pero la construcción en bóveda siguió su camino. En Catalunya, donde la misma palabra (paleta) designa al hombre y al instrumento que éste usa, se construirán bóvedas que aquí llamamos a la catalana para construir escaleras, cubiertas ventiladas (que no en vano se llaman, también, cubiertas a la catalana) y esa tradición que nunca se perdió florecerá en ese delirio formal que fue el Modernismo y, en especial, en las bodegas de finales del XIX, los cellers de Cesar Martinell son una buena prueba.
Algunos personajes hicieron el salto del charco, hasta llegar a América, como el valenciano Guastavino quien se hizo de oro al sustituir las estructuras de madera que cada cierto tiempo eran pasto de las llamas en pavorosos incendios (el ms famoso el de Chicago del 1871 porque las bóvedas de cerámica eran mucho más seguras. La Penn Station y la Central Station en NYC son buenos ejemplos. Aunque la arquitectura abovedada parece más obra de ingenieros que de arquitectos… hay arquitectos que ajenos a modas hicieron de la bóveda su bandera… Allí tenemos a Eladio Dieste, en Uruguay y al madrileño Félix Candela, exiliado en México (México siempre ha sido un país de acogida) tras la guerra civil… el uno en cerámica y el otro en hormigón, llegando a realizar obras de una plasticidad extraordinaria. No quisiera tampoco olvidar a otro gran exiliado, enorme arquitecto como fue Antonio Bonet Castellana, con obras a ambas orillas del Atlántico, con magnificas casas como la de Begur y, sobre todo, La Ricarda en El Prat… Imagino la complejidad de hacer una casa a la distancia, en aquella época, si hacer una casa unifamiliar hoy con el cliente al lado es complicado siempre es un proyecto dolorosísimo.
La bóveda hoy
Hoy la bóveda recupera terreno en aras a la sostenible… a una manera de construir ligada a la tierra y experiencias en Catalunya (el colectivo Bangolo en Catalunya o Lucia Garzón en Colombia así nos lo demuestran). Porque, aunque las revistas se llenen de diseños paramétricos, superficies de dobles curvatura y alardes imposibles, la bóveda tiene sus usos más ligados a lo vernacular, a lo ecológico, a lo necesario. Hemos escogido la casa Funghi -y no otras más cercanas- porque lo que en otras latitudes se nos antoja más novedoso, adaptado al lugar, aquí me parece gratuito y fuera de contexto. Como dice Josep Fuses en su libro La fatiga de las formas (ARQUIA, colección La Cimbra) …. ‘El pantalón tejano gastado y rasgado que utiliza un minero asturiano es una cosa y otra muy distinta el falso pantalón tejano gastado y rasgado que luce en un post una instagramer rusa. Uno es real; el otro, paródico. Por tanto, habrá que volver a empezar a revisitar las cosas con otra mirada”.
Con las colaboraciones de Alfonso Ramírez, Eduardo Peñaloza, César Velandia, Vicenç Sarrablo, Laurent y Emmanuelle Beaudouin, Jordi Rovira o Pablo Twose, entre otros. Y mi editorial, el espacio de crítica que me reservo… ¡¡Las vueltas que da la volta!!!
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