Uno de los grandes retos de la arquitectura y la edificación contemporánea es cómo hacer comprensibles los datos complejos. La incorporación de modelos BIM, simulaciones energéticas o estudios de impacto urbano aporta un caudal de información inmenso, pero muchas veces inaccesible para quienes no dominan las herramientas técnicas.
Frente a esta dificultad, surgen las interfaces multitáctiles con reconocimiento de objetos, capaces de convertir los datos en una experiencia intuitiva, colaborativa y compartida. Su aportación va más allá de mostrar imágenes: permiten manipular y explorar la información de forma física, generando un lenguaje común para equipos multidisciplinares, clientes e incluso la ciudadanía.
Una arquitectura de producto clara: display, mesa y objetos interactivos
Conviene distinguir entre distintos niveles de producto, ya que no siempre se utilizan de manera precisa. Un ejemplo es la compañía Interactive Scape, que ha desarrollado un ecosistema basado en tres componentes principales:
- Display multitáctil (Scape Tangible): la unidad principal, que integra la tecnología necesaria para detectar múltiples puntos de contacto y reconocer gestos simultáneos. Puede instalarse de forma independiente o incorporarse en mesas a medida.
- Mesas multitáctiles estándar (Scape Pro, Scape Lab y Scape Movable): configuraciones que integran el display en marcos de mesa adaptados a distintos usos: desde entornos profesionales que requieren máxima estabilidad, hasta espacios de investigación o situaciones en las que la movilidad resulta prioritaria.
- Tecnología de reconocimiento de objetos (Scape X): el sistema patentado que permite identificar marcadores físicos sobre la superficie. Estos objetos hápticos —como Shape, Magnify, Tags o Stickers— actúan como controladores tangibles que amplían las posibilidades de interacción.
Este ecosistema combina hardware, software e interacción tangible, ofreciendo un puente entre lo físico y lo digital para facilitar la visualización, la comprensión y la colaboración en proyectos arquitectónicos, urbanísticos o inmobiliarios.
De la visualización a la interacción
La diferencia respecto a una pantalla convencional es sustancial. En lugar de limitarse a observar un modelo 3D en un monitor, los usuarios pueden interactuar directamente sobre la mesa:
- Analizar el comportamiento lumínico de una fachada moviendo un objeto que simula el recorrido solar.
- Activar filtros de movilidad, densidad o consumo energético mediante etiquetas físicas en proyectos urbanísticos.
- Explorar tipologías de vivienda y acabados interiores en tiempo real durante una presentación inmobiliaria.
De esta forma, la complejidad técnica se transforma en algo comprensible y participativo.
Aplicaciones en arquitectura, urbanismo e inmobiliaria
Las mesas multitáctiles se han consolidado como una herramienta versátil:
- Arquitectura: coordinación interdisciplinar y revisión de modelos BIM en sesiones colectivas.
- Urbanismo: simulación de escenarios comparativos para evaluar impactos ambientales o sociales.
- Inmobiliaria: presentaciones inmersivas que permiten a los clientes comprender un proyecto sin necesidad de conocimientos técnicos.
En todos los casos, la tecnología aporta un valor clave en la toma de decisiones: acelera procesos, evita malentendidos y hace que la información esté al alcance de todos los actores.
Empresas pioneras
Algunas compañías especializadas han sido pioneras en este campo. Una de ellas es Interactive Scape, que ha desarrollado displays multitáctiles y una tecnología propia de reconocimiento de objetos aplicada ya en proyectos de arquitectura, marketing inmobiliario y urbanismo.
Las imágenes que acompañan este artículo ilustran precisamente algunos de estos desarrollos, donde la interacción tangible permite involucrar a los diferentes agentes en la comprensión de datos y escenarios.
Más allá del presente: hacia la integración con IA y entornos inmersivos
La siguiente mejora en este tipo de soluciones apunta a la integración con inteligencia artificial y entornos de realidad mixta. Si hoy ya es posible manipular físicamente modelos tridimensionales, en el futuro se podrán incorporar algoritmos que analicen en tiempo real el impacto energético, las emisiones de carbono o la viabilidad económica, y que ajusten la visualización en consecuencia.
De igual modo, la conexión con gafas de realidad aumentada o sistemas inmersivos permitirá extender la experiencia colaborativa de la mesa al propio espacio construido, ampliando las posibilidades de diseño y participación ciudadana.
Conclusión
Las interfaces tangibles no deben entenderse como un simple recurso tecnológico, sino como una herramienta de mediación entre datos y personas. Su mayor aportación radica en democratizar la información, traducir la complejidad técnica en experiencias accesibles y reforzar el trabajo colaborativo.
En un sector donde cada decisión impacta en costes, tiempos y sostenibilidad, la clave no es solo producir más datos, sino hacerlos comprensibles, compartidos y útiles.

