El Parlamento de Escocia, uno de los edificios más emblemáticos y polémicos de la arquitectura contemporánea británica, vuelve a ser protagonista dos décadas después de su inauguración. La sede de Holyrood acoge hasta el 30 de octubre la exposición Enric Miralles: Creating the Scottish Parliament and other stories, una muestra que revela cómo el arquitecto barcelonés dio forma a un proyecto que transformó el paisaje urbano de Edimburgo y la propia identidad política escocesa.
Una visión que crecía desde la tierra
El estudio EMBT, fundado por Enric Miralles y Benedetta Tagliabue en Barcelona, ganó en 1998 el concurso internacional para diseñar el Parlamento escocés, en colaboración con el despacho de Edimburgo RMJM. Su propuesta partía de una idea poética: un edificio que pareciera “surgir de la tierra”, enraizado en el paisaje, las tradiciones y la cultura de Escocia.
La exposición muestra por primera vez numerosos materiales originales del proceso creativo: bocetos a mano, collages fotográficos, estudios del emplazamiento, paneles de concurso y dibujos conceptuales que revelan la importancia que Miralles otorgaba al trazo, la fotografía y la escritura como herramientas de pensamiento arquitectónico.
Entre los elementos más reconocibles figuran las célebres cubiertas que evocan barcos invertidos, los estanques que simbolizan los lagos escoceses o la disposición semicircular de la cámara de debate, que se convertiría en el corazón de la democracia escocesa.
La culminación de un proceso interrumpido
Miralles falleció en el año 2000, antes de ver concluido el edificio que había concebido. El equipo de EMBT, liderado por Benedetta Tagliabue, completó las obras junto a RMJM, manteniendo viva la visión del arquitecto. El Parlamento fue inaugurado oficialmente por la Reina Isabel II en octubre de 2004 y desde entonces ha recibido numerosos reconocimientos por su audacia formal y su valor simbólico.
En palabras de Annabelle Ewing, vicepresidenta del Parlamento escocés, “la visión de Miralles reflejaba principios que todavía guían nuestra labor hoy: apertura, accesibilidad y transparencia”. Para Tagliabue, regresar a Edimburgo con esta exposición es también una manera de mostrar cómo el edificio “ha sido cuidado y amado por la gente”, cumpliendo la intuición que compartía con Miralles desde el inicio.
Una arquitectura con vocación social
Además de centrarse en Holyrood, la exposición ofrece una panorámica de otros trabajos del estudio EMBT, como el Mercado de Santa Caterina en Barcelona, el Maggie’s Centre Kálida Sant Pau, Hafencity en Hamburgo o el Parco del Mare en Rímini. Todos ellos ejemplifican la filosofía de Miralles y Tagliabue: una arquitectura concebida para enriquecer la vida cotidiana de las personas.
El edificio, sus premios y su legado
El Parlamento escocés no estuvo exento de controversia: los costes iniciales de 62 millones de libras se multiplicaron hasta alcanzar los 431 millones, y el calendario de obra se retrasó varios años. Sin embargo, con el paso del tiempo, la percepción pública se ha transformado y hoy el edificio se reconoce como un icono de la arquitectura europea de finales del siglo XX y como un espacio inseparable de la política escocesa contemporánea.
Ese reconocimiento también se plasmó en una amplia lista de galardones. En 2005 el edificio recibió el Premio Stirling del RIBA, la máxima distinción de la arquitectura británica, convirtiéndose en el primer edificio en Escocia en lograrlo. Ese mismo año fue distinguido con el Premio Manuel de la Dehesa en la Bienal Española de Arquitectura, el Andrew Doolan Award al mejor edificio en Escocia y la Centenary Medal de la Edinburgh Architectural Association, entre otros. Todos ellos coincidieron en subrayar la calidad del diseño, la riqueza simbólica y la audacia creativa de una obra que cambió para siempre el perfil urbano de Edimburgo y la percepción de la arquitectura pública en el Reino Unido.
Veinte años después de su apertura, la exposición en Holyrood permite volver al origen de esa obra, mostrando la intensidad y riqueza del proceso creativo de Enric Miralles y recordando cómo la arquitectura puede ser, al mismo tiempo, poética, política y profundamente humana.






