Mercè Rius, arquitecta técnica. Crónica de un viaje a Chicago: 1
Cuando Apple inauguró su tienda en Michigan Avenue, Chicago, en 2017, no abría simplemente un nuevo punto de venta. Estaba haciendo una declaración sobre cómo la arquitectura puede materializar los valores de una marca global. Este edificio, concebido como un pabellón de vidrio transparente suspendido sobre el río, trasciende el retail y se convierte en una experiencia arquitectónica que refuerza el universo Apple.
Ubicada junto al DuSable Bridge y frente al icónico Wrigley Building, la Apple Store de Chicago es una intervención que borra los límites entre espacio privado y espacio público. El edificio se inserta en un enclave urbano denso y cargado de historia, pero lo hace con una elegancia silenciosa que rehúye protagonismos formales.
Un edificio que encarna la marca
Ubicada junto al DuSable Bridge y frente al Wrigley Building, la tienda se inserta con precisión en un entorno denso y cargado de historia. Lo hace sin imponerse, con una elegancia silenciosa. La arquitectura no busca protagonismo: busca coherencia con los principios de Apple. Cada elección –material, espacial, constructiva– está al servicio de una idea de marca basada en la claridad, la sencillez, la funcionalidad y la aspiración.
Una arquitectura diseñada para desaparecer
Diseñada por Foster + Partners en colaboración con el equipo liderado por Jony Ive, la Apple Store de Chicago se construye alrededor de una cubierta de fibra de carbono con forma de hoja —un guiño sutil a la tapa de un MacBook— apoyada sobre cuatro muros de vidrio estructural, sin pilares visibles. Esta estrategia permite desmaterializar la arquitectura: el edificio parece flotar, cediendo el protagonismo a la experiencia, a la luz, al espacio.
Como en los productos de la marca, el diseño no se impone, se retira. La transparencia, la ligereza y el control formal crean un entorno donde el usuario percibe la marca incluso antes de interactuar con sus dispositivos.
Un nuevo foro urbano
Apple no quiso limitarse al nivel de calle. Eligió excavar, descender, conectar con el río.
La gran escalinata que desciende desde Michigan Avenue crea una plaza abierta, un lugar de encuentro que invita a sentarse, observar, habitar. Muchos visitantes bajan solo para disfrutar del entorno, sin intención de comprar.
La tienda se convierte así en una infraestructura urbana más que en un local comercial. Un espacio público contemporáneo que amplifica la conectividad de la ciudad. Apple no ocupa la ciudad: la mejora.
Una arquitectura que conecta con el lugar
Apple Michigan Avenue rinde homenaje a las raíces creativas de Chicago, combinando la historia de la ciudad con su cultura urbana contemporánea, al crear una plataforma para la expresión en el corazón del núcleo urbano. Situada en la intersección del río Chicago y la ‘Milla Magnífica’ de North Michigan Avenue, la tienda desciende en cascada desde Pioneer Court hasta la orilla del río, generando nuevas conexiones entre la ciudad y el agua.
Pioneer Court es una plaza urbana cargada de historia, ya que fue el lugar donde Point de Sable —el fundador de Chicago— vivió y trabajó por primera vez. La tienda se asienta sobre una escalinata pública que desciende suavemente, generando espacios activos donde las personas pueden encontrarse, crear y vivir la ciudad y el río de forma conjunta.
Esta escalinata conecta exterior e interior atravesando unos muros completamente acristalados que dan paso al núcleo activo de la tienda, coronado por una cubierta de fibra de carbono tan fina como innovadora, sostenida por esbeltas columnas de acero inoxidable. A medida que el interior desciende hacia el río, se convierte en un graderío en torno al Forum, el corazón del programa Today at Apple: un espacio vivo de creatividad, educación y entretenimiento.
Materiales que transmiten una filosofía
Cada material empleado refuerza el mensaje. La fibra de carbono de la cubierta expresa ligereza e innovación. El vidrio sin juntas comunica transparencia y honestidad. La madera natural aporta calidez. Y la piedra caliza de Indiana conecta el edificio con la tradición constructiva de Chicago.
Este lenguaje arquitectónico no es accesorio: es parte esencial de la estrategia de Apple.
La tienda no comunica mediante escaparates ni rótulos luminosos, sino mediante una arquitectura que respira los mismos valores que sus productos.
Arquitectura como herramienta de marca
La Apple Store de Chicago es una arquitectura sin logotipos, pero que grita marca en cada detalle. La cubierta evoca un MacBook. La fluidez del espacio recuerda la navegación en sus sistemas operativos. La ausencia de elementos superfluos refuerza la idea de control y pureza.
No se trata solo de diseño; se trata de identidad. Apple demuestra que puede expresarse no solo a través de objetos, sino también a través de edificios que son extensiones físicas de su mundo.
Tecnología constructiva y visión cívica
El reto técnico de construir un techo ultrafino de 34 x 30 metros, sin soportes visibles, fue monumental. Fabricado con paneles de fibra de carbono de apenas 1,5 mm de grosor, reforzados con madera laminada, este gesto arquitectónico resume la ambición de Apple: hacer que lo complejo parezca sencillo.
El vidrio tratado garantiza confort térmico sin renunciar a la transparencia, mientras que la piedra y la madera suavizan el interior. Todo está calculado para que el visitante se sienta dentro del universo Apple, sin necesidad de pantallas.
Más que una tienda: una estrategia urbana
En una ciudad que ha sido laboratorio de la arquitectura moderna, Apple firma un proyecto a la altura de su contexto. Chicago no necesitaba otro punto de venta; necesitaba un nuevo espacio público, una arquitectura que propusiera algo. Y Apple lo hizo: sin ostentación, sin ruido, sin perder de vista lo que realmente quiere comunicar.
Chicago es sinónimo de arquitectura —la ciudad de Mies van der Rohe, Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright—, y Apple ha sabido integrarse con una propuesta digna de la tradición modernista y, al mismo tiempo, profundamente contemporánea. Sin gritar. Sin ostentar. Sin ocultar sus intenciones.
La Apple Store en Michigan Avenue es un manifiesto construido. Una pieza que demuestra que la arquitectura puede ser la forma más potente de marketing cuando está pensada desde la marca, para la marca.
Fotografías: Nigel Young Foster + Partners






