El Centro Integral de Bienestar en la Malvarrosa, de Clara Vicente Cayuela, alumna de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia (ETSA-UPV), propone una investigación arquitectónica sobre la relación entre materia, bienestar y territorio.
Se trata de un Trabajo Fin de Máster, que ha recibido una Mención en el Premio TFM del Foro Cerámico Hispalyt 2024/2025 por su capacidad para trasladar al ámbito académico una reflexión profunda sobre la arquitectura cerámica contemporánea.
El proyecto se enmarca en el barrio del Cabanyal, en Valencia, un territorio históricamente vinculado al mar, a la pesca y a la tradición constructiva del ladrillo. Desde este contexto, la propuesta explora cómo la arquitectura del bienestar puede contribuir a la regeneración urbana y emocional de una comunidad.
Materia, territorio y bienestar
El trabajo parte de una lectura urbana sensible: el Cabanyal es un lugar donde la historia, la precariedad y la identidad conviven en tensión. Vicente imagina un equipamiento público que actúe como mediador entre el barrio y el mar, ofreciendo espacios de salud física y mental articulados en torno a dos piezas: un centro de talasoterapia y un centro psicoemocional.
Aunque el desarrollo del TFM se centra en el edificio de talasoterapia, ambos volúmenes comparten una misma vocación: la creación de un entorno de cuidado, silencio y equilibrio, donde la materia cerámica y la madera se convierten en lenguajes de bienestar.

Arquitectura estereotómica y tectónica
El proyecto se fundamenta en la dualidad entre lo estereotómico y lo tectónico. Lo primero se expresa a través del ladrillo cara vista autoportante, símbolo de peso, permanencia y arraigo; lo segundo, mediante estructuras ligeras de madera laminada, asociadas a la apertura y la transparencia.
Esta contraposición genera una arquitectura equilibrada entre masa y ligereza, donde cada material define no solo un sistema constructivo, sino también un estado emocional. Los espacios húmedos se resuelven con bóvedas tabicadas de ladrillo, mientras que las zonas de descanso y circulación se abren con celosías y cubiertas de CLT, permitiendo que la luz y el aire se filtren con naturalidad.
El resultado es una composición ordenada, racional y a la vez sensorial, que conecta con los planteamientos de Peter Zumthor, Campo Baeza y Tuñón y Mansilla, referentes constantes en la obra de la autora.
El ladrillo como materia de identidad
El ladrillo cara vista adquiere en este TFM un papel estructural, simbólico y ambiental. Más allá de su valor técnico, actúa como un vínculo con la memoria del lugar: el Cabanyal, donde la cerámica y la fábrica tradicional formaron parte esencial del paisaje doméstico.
El ladrillo se emplea en muros, pavimentos, bóvedas y piscinas, estableciendo una continuidad material que refuerza la unidad del conjunto. Sus propiedades térmicas contribuyen al confort interior, mientras su origen local reduce la huella de carbono y pone en valor los recursos de proximidad.
Vicente reinterpreta la tradición constructiva mediterránea con un lenguaje contemporáneo que combina eficiencia, durabilidad y expresividad, situando la cerámica en el centro del debate sobre la sostenibilidad arquitectónica.

Un refugio simbólico para el bienestar
El proyecto se concibe como un refugio simbólico, una arquitectura que traduce la serenidad del mar en formas, luces y texturas. A través de patios, recorridos y transparencias, los espacios invitan a la calma y a la introspección.
La quinta fachada, una retícula de paneles solares de 1×2 metros, completa el sistema sostenible, integrando tecnología y paisaje. Pese a no estar destinado a construirse, el proyecto trasciende el ámbito académico al proponer una visión coherente del bienestar como categoría arquitectónica.

Mención del jurado
El acto de entrega de los Premios del Foro Cerámico Hispalyt 2024/2025 se celebrará el viernes 31 de octubre, de 11:30 a 13:30 h, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), dentro del evento Arquitectura Cerámica: Hábitats resilientes.
En su valoración, el jurado —compuesto por Beatriz Matos Castaño, Adrià Sánchez Llorens, Enrique Sanz y Elena Santiago— destacó la precisión constructiva y el tono material del proyecto:
En su valoración, el jurado —compuesto por Beatriz Matos Castaño, Adrià Sánchez Llorens, Enrique Sanz, y Elena Santiago — destacó la precisión constructiva y el tono material del proyecto:
“El jurado resalta en este proyecto la utilización de una fachada abstracta y constructiva para integrarse en el sitio; además, el tono de la actuación está basado en la utilización de materiales cálidos (madera y ladrillo) con acabados sin revestir, y estructuras vistas con ambos materiales, bien ajustadas dimensionalmente para la escala del programa propuesto. Tanto la explicación constructiva y las vistas interiores del proyecto son coherentes, gráfica y conceptualmente, con el total de la intervención.”
Con esta Mención, el trabajo de Clara Vicente Cayuela se suma a las propuestas académicas que reivindican el ladrillo cara vista como un material capaz de conjugar tradición, sostenibilidad y emoción arquitectónica.



Otros artículos publicados en Construnews












